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Voto de jastarloa:
7
6.9
5,299
Western. Aventuras
En 1825, el aristócrata inglés John Morgan (Richard Harris) vive comodamente y sin problemas hasta que los indios Sioux cambian su vida de forma radical. Sin que nadie pueda evitarlo, John es secuestrado y llevado a vivir con ellos como esclavo. En el poblado de la tribu, el joven es obligado a realizar diferentes tareas, pero a medida que pasa el tiempo, John irá acostumbrándose a su nueva vida. Cuando se enamora de la hermana del ... [+]
28 de julio de 2006
43 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me termina de convencer ninguna de las interpretaciones: Richard Harris no me parece el más adecuado para el papel, aunque es el que mejor lo hace; el francés que se hace pasar por loco –atención al parecido físico con Tarantino– es un personaje mal escrito, que bordea el ridículo, aunque se salva; la joven y bellísima india que no es india... pues eso, no pasa por india; etc.
Lo interesante de la película es su tono naturalista nada convencional, que pretende, sin éxito, bordear el ensayo antropológico. Y digo "sin éxito" porque el director emplea recursos cinematográficos que hoy han quedado desfasados, que rompen un poco con el espíritu que se debería mantener; porque el guión alcanza un punto a partir del cuál ya casi nada es creíble, puesto que nuestro amigo no sólo se integra sino que pasa por encima a todos los jefes y chamanes; porque en el fondo resulta fría la historia.
Lo mejor: la percusión y los cánticos que conforman la banda sonora; la batalla entre los propios indios –está bien, para variar, olvidarse del séptimo de caballería, de pistoleros solitarios y demás convencionalismos–; la dignificación-desmitificación del pueblo indio en todos los sentidos –ni son los más buenos del mundo ni son los más malos–; y, sobre todo, el ritual del Juramento al Sol –¡lo que puede llegar a hacer un hombre por echar un polvo!–, que forma ya parte de mi infancia.
Lo interesante de la película es su tono naturalista nada convencional, que pretende, sin éxito, bordear el ensayo antropológico. Y digo "sin éxito" porque el director emplea recursos cinematográficos que hoy han quedado desfasados, que rompen un poco con el espíritu que se debería mantener; porque el guión alcanza un punto a partir del cuál ya casi nada es creíble, puesto que nuestro amigo no sólo se integra sino que pasa por encima a todos los jefes y chamanes; porque en el fondo resulta fría la historia.
Lo mejor: la percusión y los cánticos que conforman la banda sonora; la batalla entre los propios indios –está bien, para variar, olvidarse del séptimo de caballería, de pistoleros solitarios y demás convencionalismos–; la dignificación-desmitificación del pueblo indio en todos los sentidos –ni son los más buenos del mundo ni son los más malos–; y, sobre todo, el ritual del Juramento al Sol –¡lo que puede llegar a hacer un hombre por echar un polvo!–, que forma ya parte de mi infancia.