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Voto de Nywoe:
7
8.0
158,317
Ciencia ficción. Thriller. Intriga. Acción
Dom Cobb (DiCaprio) es un experto en el arte de apropiarse, durante el sueño, de los secretos del subconsciente ajeno. La extraña habilidad de Cobb le ha convertido en un hombre muy cotizado en el mundo del espionaje, pero también lo ha condenado a ser un fugitivo y, por consiguiente, a renunciar a llevar una vida normal. Su única oportunidad para cambiar de vida será hacer exactamente lo contrario de lo que ha hecho siempre: la ... [+]
10 de agosto de 2010
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pregunta clave que, desde que el cine se empezó a considerar como algo que hacía dinero, todo el mundo, - productores, directores, guionistas, críticos, etc - han intentado responder. Se han dado todo tipo de respuestas, desde las que afirman que el éxito reside en un guión preestablecido – estructuras de mil formas, el famoso viaje del héroe…-, a las que, por otra parte, aseguran que, al ser el cine un arte que te entra por los ojos, lo importante es lo visual, la estética; en definitiva, lo que te muestra la pantalla. Juntemos ambas ideas y conoceremos las mismísimas entrañas del cine comercial.
¿Por qué innovar? ¿Por qué intentar machacarse los sesos si consigues muchísimo dinero igualmente tirando de un guión acartonado? Los productores, directores y guionistas están contentos. (Los críticos nunca lo están). Esto es lo que da dinero. Esto es la clave del éxito. El público parece que también está contento y se traga mil pelis, idénticas entre sí, una vez sí, otra vez también. ¿Qué se le da a cambio? Imaginación. ¿En qué? En la pantalla. Es decir, lo que te entra por los ojos. El guión se echa a un lado, y se invierte todo el potencial en la estética visual. Tomar al espectador por tonto y darle un disfrute que pocos suelen negar.
Pero, ¿qué pasa cuando alguien llega y rompe todas las reglas? Y aquí entra en escena Nolan. El idolatrado Nolan, que llega y le mete en el subconsciente al mundo entero estas ideas: la clave del éxito reside en que al público nunca hay que subestimarlo, en que se debe crear una historia compleja y original –o al menos bien tratada- y eso sí, debe haber mucha acción y efectos especiales. Y voilá! Nolan ha hablado.
No me voy a tomar la molestia de explicar la historia. Quien quiera conocerla tiene muchas otras críticas que la explicarán mucho mejor que lo que lo haría yo. Aunque, como consejo, mejor ver la película sin saber nada de lo que va a ocurrir. En todo caso, que va de sueños y ya.
Yo salí del cine con un sabor de boca agridulce. No me quedé contenta del todo. No voy a entrar en detalles de cuán comercial es la película, porque una cosa no quita la otra. Tampoco hablaré sobre la hiper-realidad de los sueños. Cada uno inventa la historia que quiere. Y, en cuanto a la duración de la película… Se hace llevadera y muy dinámica, aunque, si se es como yo, -una espectadora a la cual las escenas de acción de pistolitas se la soplan y mucho-, puede que caiga un tanto pesada en varios momentos. Pero quitando ese detalle todo pasa bastante rápido.
¿Por qué innovar? ¿Por qué intentar machacarse los sesos si consigues muchísimo dinero igualmente tirando de un guión acartonado? Los productores, directores y guionistas están contentos. (Los críticos nunca lo están). Esto es lo que da dinero. Esto es la clave del éxito. El público parece que también está contento y se traga mil pelis, idénticas entre sí, una vez sí, otra vez también. ¿Qué se le da a cambio? Imaginación. ¿En qué? En la pantalla. Es decir, lo que te entra por los ojos. El guión se echa a un lado, y se invierte todo el potencial en la estética visual. Tomar al espectador por tonto y darle un disfrute que pocos suelen negar.
Pero, ¿qué pasa cuando alguien llega y rompe todas las reglas? Y aquí entra en escena Nolan. El idolatrado Nolan, que llega y le mete en el subconsciente al mundo entero estas ideas: la clave del éxito reside en que al público nunca hay que subestimarlo, en que se debe crear una historia compleja y original –o al menos bien tratada- y eso sí, debe haber mucha acción y efectos especiales. Y voilá! Nolan ha hablado.
No me voy a tomar la molestia de explicar la historia. Quien quiera conocerla tiene muchas otras críticas que la explicarán mucho mejor que lo que lo haría yo. Aunque, como consejo, mejor ver la película sin saber nada de lo que va a ocurrir. En todo caso, que va de sueños y ya.
Yo salí del cine con un sabor de boca agridulce. No me quedé contenta del todo. No voy a entrar en detalles de cuán comercial es la película, porque una cosa no quita la otra. Tampoco hablaré sobre la hiper-realidad de los sueños. Cada uno inventa la historia que quiere. Y, en cuanto a la duración de la película… Se hace llevadera y muy dinámica, aunque, si se es como yo, -una espectadora a la cual las escenas de acción de pistolitas se la soplan y mucho-, puede que caiga un tanto pesada en varios momentos. Pero quitando ese detalle todo pasa bastante rápido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La historia es, hay que reconocerlo, muy original. Es compleja, sí, pero fácil de entender. En la primera hora del film Nolan nos plantea las reglas del juego. Nos indica bien claro qué es lo que está ocurriendo. Todo está bien mascadito.
Nolan lleva desde los 16 años con una historia en la cabeza. Una historia sobre sueños dentro de sueños compartidos… Sobre extracción e implantación de ideas en el subconsciente. Sobre vidas paralelas a la realidad, sueños a lo grande, qué es la realidad, qué merece la pena... Lo que trata la película es una cosa denominada inserción, que consiste en adentrarse en el subconsciente de una persona e implantar una idea que haga cambiar el parecer de esta persona con respecto a la vida real. Para poner en práctica esta idea, se necesita una excusa. Qué ocurre para que esto se lleve a cabo. El detonante, el cual es para mí, uno de los principales fallos de la película. ¿Qué es? Pues conseguir que una empresa no se convierta en monopolio. Para esto, se necesita insertar una idea al heredero de dicha empresa. ¿Qué idea? Pues que su padre era un cabrón redomado –con perdón-, y que todo lo que sentía por su hijo era decepción. Fin. Cuando lo vi, pensé: ¿Y ya está? ¿De veras, queridísimo Nolan, que no se te había ocurrido en 24 años que llevas pensándote esta película una idea algo mejor?
En el film se tratan dos historias al unísono: la inserción de la idea antes mencionada y la relación que hay entre Cobb y su mujer. Una, en mi opinión, muy cutre; la otra, magnífica, sobre todo por la excelente actuación de Marion Cotillard. Todo esto entremezclado con multitud de escenas de acción, muchas de ellas gratuitas.
El tener que explicar una historia que el público desconoce hace que se resten minutos de otras cosas imprescindibles en una película. Los personajes. Nolan tira de estereotipos al uso: la chica lista, el malote, el empresario serio, el típico millonario… El único personaje que de verdad me parece excelente es el de Mal, la mujer. ¿Y Cobb? Pues bueno, es el único perfil que encaja como protagonista en esta película. Un tanto típico.
Este thriller futurista, que no dejará que quites los ojos de la pantalla, engancha. Engancha como el que más. Nos da una idea interesante, pero que no se sustenta como es debido. Los pilares son pequeños. Hay momentos en los que piensas: ¿Tanto ajetreo para que al final solo un chino tenga dinero?
Lo que está claro es una cosa; Christopher Nolan ha hallado la clave del éxito. Si no la clave definitiva, sí que ha dejado una idea bien clara. Al público no hay que subestimarlo. Hay que hacerle pensar, disfrutar. ¿Una obra maestra? No lo creo en absoluto. Lo que espero es que esta película haya encendido la bombillita de todos los magnates del cine comercial y que, por una vez por todas, se atrevan a hacer del cine lo que de verdad es, un arte. Si esto llega a ocurrir, entonces sí, un aplauso para Christopher Nolan.
Nolan lleva desde los 16 años con una historia en la cabeza. Una historia sobre sueños dentro de sueños compartidos… Sobre extracción e implantación de ideas en el subconsciente. Sobre vidas paralelas a la realidad, sueños a lo grande, qué es la realidad, qué merece la pena... Lo que trata la película es una cosa denominada inserción, que consiste en adentrarse en el subconsciente de una persona e implantar una idea que haga cambiar el parecer de esta persona con respecto a la vida real. Para poner en práctica esta idea, se necesita una excusa. Qué ocurre para que esto se lleve a cabo. El detonante, el cual es para mí, uno de los principales fallos de la película. ¿Qué es? Pues conseguir que una empresa no se convierta en monopolio. Para esto, se necesita insertar una idea al heredero de dicha empresa. ¿Qué idea? Pues que su padre era un cabrón redomado –con perdón-, y que todo lo que sentía por su hijo era decepción. Fin. Cuando lo vi, pensé: ¿Y ya está? ¿De veras, queridísimo Nolan, que no se te había ocurrido en 24 años que llevas pensándote esta película una idea algo mejor?
En el film se tratan dos historias al unísono: la inserción de la idea antes mencionada y la relación que hay entre Cobb y su mujer. Una, en mi opinión, muy cutre; la otra, magnífica, sobre todo por la excelente actuación de Marion Cotillard. Todo esto entremezclado con multitud de escenas de acción, muchas de ellas gratuitas.
El tener que explicar una historia que el público desconoce hace que se resten minutos de otras cosas imprescindibles en una película. Los personajes. Nolan tira de estereotipos al uso: la chica lista, el malote, el empresario serio, el típico millonario… El único personaje que de verdad me parece excelente es el de Mal, la mujer. ¿Y Cobb? Pues bueno, es el único perfil que encaja como protagonista en esta película. Un tanto típico.
Este thriller futurista, que no dejará que quites los ojos de la pantalla, engancha. Engancha como el que más. Nos da una idea interesante, pero que no se sustenta como es debido. Los pilares son pequeños. Hay momentos en los que piensas: ¿Tanto ajetreo para que al final solo un chino tenga dinero?
Lo que está claro es una cosa; Christopher Nolan ha hallado la clave del éxito. Si no la clave definitiva, sí que ha dejado una idea bien clara. Al público no hay que subestimarlo. Hay que hacerle pensar, disfrutar. ¿Una obra maestra? No lo creo en absoluto. Lo que espero es que esta película haya encendido la bombillita de todos los magnates del cine comercial y que, por una vez por todas, se atrevan a hacer del cine lo que de verdad es, un arte. Si esto llega a ocurrir, entonces sí, un aplauso para Christopher Nolan.