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2
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Drama
En plena guerra civil española (1936-1939), los bombardeos amenazan con destruir el Museo del Prado. Cuando las autoridades ordenan la evacuación de las obras de arte, Manuel, un celador del Museo, encuentra un autorretrato de Goya perdido durante el traslado. El joven no duda en proteger el cuadro, incluso poniendo en peligro su vida y la de su familia. (FILMAFFINITY)
6 de noviembre de 2011
13 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de haber disertado en otras ocasiones del concepto cinematográfico de la chorrez, esta película nos muestra un gran ejemplo de cine moderno, totalmente vacio, falto de emoción, de intensidad, superficial en máximo, absurdo, increíble, en fin, chorra.
La única forma de haber arreglado esta película hubiera sido prescindir de Gabino Diego y el cuadrito y centrarse en la historia de Carmen, el niño y su madre. Los momentos en los que aparecen cualquiera de los tres están bien logrados y centrándose en el sufrimiento diario, en las penurias, en el hambre, en el ambiente frentepopulista en la represión, en las ejecuciones del Madrid republicano, de esta peculiar familia tratando simplemente de sobrevivir al margen de cualquier ideología hubiera sido un buen argumento para una buena película.
Obviamente la cinta parte de un maquiavelismo de lo más manido. La contraposición entre el idealista anarquista (Manuel) y el cínico falangista (¿Lucas?) resulta hasta patética. Es cierto que el director no idealiza demasiado la zona republicana, pero el hecho de si idealizar a los republicanos-anarquistas (Manuel, el abuelo) y el caricaturizar a los nacionales de forma tan burda (Lucas, el prestamista Eliodoro, los bombardeos de Madrid) hace que en conjunto la cinta sea de una parcialidad a favor de los republicanos que causa sonrojo.
Mención a parte merece la misma historia del salvamiento de los cuadros del Museo del Prado, mera acción propaganda frentepopulista (ni se bombardeó el Prado, ni hacía falta sacarlas pues se podían haber guardado en los sótanos del museo).
Pero volviendo de nuevo a la película, olvidándonos de la parcialidad histórica, de la increíble y mal concebida historia de amor de los protagonistas (de las más sosa que he visto, sin apenas hablarse se enamoran, por no decir del propio Manuel, repipi, relamido, tonto que ni siquiera se molesta en tratar de seducir a Carmen), de un rodaje con demasiadas lagunas (por ejemplo la parte en que conoce Manuel a Carmen que ella se pone a llorar en el metro resulta hasta cómica), un guión no muy preciso, por encima de todos estos errores destaca la superficialidad y sobre todo la chorrez.
La chorrez significa superficialidad, intrascendencia, significa que el conflicto, por ejemplo, entre vender-no vender el cuadro, se hurta; que los personajes, pase lo que les pase, actúan de la misma forma; significa la falta de coherencia de los personajes; significa que si no hay unos valores de verdad, el comportamiento de los personajes es de tontos o de algo peor; que al final un cuadro no es más que un trozo de tela pintado y lo que hacen estos "primitivos" es convertirlo en una especie de ídolo al que atribuyen unos valores "mágicos". Pero visto desde fuera de la "secta" todo esta idolatría no deja de resultarle de lo más absurda. (Ver Spoiler)
La única forma de haber arreglado esta película hubiera sido prescindir de Gabino Diego y el cuadrito y centrarse en la historia de Carmen, el niño y su madre. Los momentos en los que aparecen cualquiera de los tres están bien logrados y centrándose en el sufrimiento diario, en las penurias, en el hambre, en el ambiente frentepopulista en la represión, en las ejecuciones del Madrid republicano, de esta peculiar familia tratando simplemente de sobrevivir al margen de cualquier ideología hubiera sido un buen argumento para una buena película.
Obviamente la cinta parte de un maquiavelismo de lo más manido. La contraposición entre el idealista anarquista (Manuel) y el cínico falangista (¿Lucas?) resulta hasta patética. Es cierto que el director no idealiza demasiado la zona republicana, pero el hecho de si idealizar a los republicanos-anarquistas (Manuel, el abuelo) y el caricaturizar a los nacionales de forma tan burda (Lucas, el prestamista Eliodoro, los bombardeos de Madrid) hace que en conjunto la cinta sea de una parcialidad a favor de los republicanos que causa sonrojo.
Mención a parte merece la misma historia del salvamiento de los cuadros del Museo del Prado, mera acción propaganda frentepopulista (ni se bombardeó el Prado, ni hacía falta sacarlas pues se podían haber guardado en los sótanos del museo).
Pero volviendo de nuevo a la película, olvidándonos de la parcialidad histórica, de la increíble y mal concebida historia de amor de los protagonistas (de las más sosa que he visto, sin apenas hablarse se enamoran, por no decir del propio Manuel, repipi, relamido, tonto que ni siquiera se molesta en tratar de seducir a Carmen), de un rodaje con demasiadas lagunas (por ejemplo la parte en que conoce Manuel a Carmen que ella se pone a llorar en el metro resulta hasta cómica), un guión no muy preciso, por encima de todos estos errores destaca la superficialidad y sobre todo la chorrez.
La chorrez significa superficialidad, intrascendencia, significa que el conflicto, por ejemplo, entre vender-no vender el cuadro, se hurta; que los personajes, pase lo que les pase, actúan de la misma forma; significa la falta de coherencia de los personajes; significa que si no hay unos valores de verdad, el comportamiento de los personajes es de tontos o de algo peor; que al final un cuadro no es más que un trozo de tela pintado y lo que hacen estos "primitivos" es convertirlo en una especie de ídolo al que atribuyen unos valores "mágicos". Pero visto desde fuera de la "secta" todo esta idolatría no deja de resultarle de lo más absurda. (Ver Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Es chorra:
- Que Manuel vaya gritando cuando se entera de que va ser padre a riesgo de que lo abatan los nacionales, eso no es estar alegre, es ser estúpido.
- Que bailen cuando pasan los aviones, es también de tontos no de enamorados.
Es incoherente:
- Que muera Manuel gritando "¡viva la libertad!" cuando él no ha hecho nada para defenderla (bueno ha estado en la guerra pero no le afecta la derrota porque lo que le interesa es el cuadro).
- El abuelo que vaya de anarquista y luego coma el pan de Franco.
Les da igual (son un poco psícopatas):
- Que Manuel mate a un hombre para recuperar un cuadro (Eliodoro), que pasen necesidad y hambre por conservarlo, que pierda la guerra, que maten a su maestro (el del museo que no me acuerdo de como se llama), incluso que muera el niño. Todo le resbala.
Es vacía:
- Porque el valor del arte en si quieren ponerlo por encima de las personas y el espectador que tenga entrañas y un mínimo de humanidad ve absuro, hasta mezquino, que en medio de una guerra, de muertes, ejecuciones, hambre, cárcel, saqueos, etc. el protagonista sólo se preocupe de un cuadrito por muy de Goya que sea (¡Si al menos fuera una obra religiosa tendría más sentido!). Esa debilidad mental, esa inmadurez en el planteamiento es imperdonable.
- Que Manuel vaya gritando cuando se entera de que va ser padre a riesgo de que lo abatan los nacionales, eso no es estar alegre, es ser estúpido.
- Que bailen cuando pasan los aviones, es también de tontos no de enamorados.
Es incoherente:
- Que muera Manuel gritando "¡viva la libertad!" cuando él no ha hecho nada para defenderla (bueno ha estado en la guerra pero no le afecta la derrota porque lo que le interesa es el cuadro).
- El abuelo que vaya de anarquista y luego coma el pan de Franco.
Les da igual (son un poco psícopatas):
- Que Manuel mate a un hombre para recuperar un cuadro (Eliodoro), que pasen necesidad y hambre por conservarlo, que pierda la guerra, que maten a su maestro (el del museo que no me acuerdo de como se llama), incluso que muera el niño. Todo le resbala.
Es vacía:
- Porque el valor del arte en si quieren ponerlo por encima de las personas y el espectador que tenga entrañas y un mínimo de humanidad ve absuro, hasta mezquino, que en medio de una guerra, de muertes, ejecuciones, hambre, cárcel, saqueos, etc. el protagonista sólo se preocupe de un cuadrito por muy de Goya que sea (¡Si al menos fuera una obra religiosa tendría más sentido!). Esa debilidad mental, esa inmadurez en el planteamiento es imperdonable.