Soy el primero en denunciar que la gran mayoría de los productos audiovisuales del país galo son malos o muy malos, mi nota media de esta nacionalidad es una de las más bajas, 3,6, pero también que cuando se ponen en serio hacen trabajos muy notables. Este es el caso de "Una aldea francesa", una serie de siete temporadas y 72 episodios que nos narra los avatares de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi de nuestros vecinos más allá de los Pirineos, a través de un pueblo ficticio, que como microcosmos del país funciona perfectamente. Pero antes de seguir advierto que aunque la ficción la han emitido en varias cadenas autonómicas, que yo sepa, no nos ha llegado la última temporada, cosa que me temía desde mucho antes, que por este motivo no he podido ver. El motivo, yo que soy mal pensado, es que directamente ha sido censurada en España por la sencilla razón de que nos iban a contar todo el fenómeno de la depuración, es decir, el ajuste de cuentas de los franceses libres contra los colaboracionistas. Y si aquí echamos en cara que Franco persiguiese a los vencidos no vamos a permitir mostrar que la represión era la norma, que la izquierda gala hizo exactamente igual con la derecha pero con el agravante de que los crímenes de estos fueron mucho menores que los de los republicanos españoles y a menudo inexistentes.

Una de las cosas que más me ha gustado de "Una aldea francesa" es su rigurosidad histórica, su objetividad, su ecuanimidad, cosas que son impensables en nuestro país, donde el conocimiento del pasado se tergiversa con total impunidad por la izquierda con tal de manipular al espectador. Sin ir más lejos, la serie ha contado como consejero histórico con Jean-Pierre Azéma, que es uno de los mayores especialistas en la Francia de Vichy y de la Segunda Guerra Mundial, del que por cierto, tengo un libro suyo en casa. Aquí en España, ni loco busca nadie el asesoramiento de un historiador, vaya que les reviente el panfleto político progre de turno, cosa que llevo años denunciando. Dicho esto, no todo es perfecto en la serie. Algunas épocas están más y mejor tratadas que otras, en general la derecha está infrarrepresentada, la Iglesia Católica es la gran desaparecida, apenas se ve nada del petainismo, no se ahonda apenas en el debate político o pese a todo existe un ligero sesgo hacia la izquierda. Con todo, su visionado es muy satisfactorio e incluso emocionante por la veracidad que transmite, el conflicto irresoluble en el que se mueve, la tragedia que la rodea y, sobre todo, la humanidad que destila. La mayor parte de los personajes son tan buenos y la historias tan serias que te emocionan, aunque sus protagonistas sean de extrema izquierda.