O mejor dicho, por el lago asoma. La "reina" es Bridget Fonda a la que volví a homenajear en "Choe" (2009) por su brillante papel en "El beso del dragón" (2001). Aquí, obviamente, no está tan sexy pues una sesuda paleontóloga pero aún así construye un personaje atractivo, un poco patosa y señorita de ciudad. Además de querérsela comer el cocodrilo, se lleva todos los sustos, se cae repetidas veces al agua, le echan encima varias cabezas humanas o de animales, está a punto de vomitar con unos gusanos, está rabiosa con los mosquitos y las garrapatas, protesta por no estar en un hotel en vez de en una tienda de campaña, tropieza y se cae o se queda paralizada por el miedo, es decir, cosas que amenizan el visionado.

Pero más allá de la doctora Kelly, es decir Bridget Fonda, hay una película que viene a ser un cruce entre "Tiburón" (1975) y "Piraña" (1978), pero con un cocodrilo gigante como protagonista, que aparece sin saber por qué en un lago de Maine. La presente se inscribe en ese resurgir del género de bestias asesinas que inauguró "Anaconda" (1997) y que dejaron ambas una infinidad de secuelas y otros tantos títulos, de dudosa calidad. Argumentalmente es un poco simple, incluso tiene alguna escena que no hay quien se "coma", lo digo por el oso, pero tampoco tienen errores graves, desprende frescura y el animal está bien diseñado. Dicen que es una comedia de terror pero yo no la catalogaría de este modo. Se puede ver.