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Voto de Reaccionario:
5
11 de julio de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western atípico, con algo de musical, que aunque parezca norteamericano es de factura británica, a pesar de que su director y la mayor parte de su elenco sean del país de las barras y estrellas. De hecho, ni siquiera se rodó en los Estados Unidos, sino en España, siendo una de las primeras en recurrir a nuestros áridos paisajes para simular el viejo salvaje oeste. En cualquier caso, "La rubia y el sheriff" aunque actualmente ha caído en el olvido, pegó fuerte en su momento, logrando colarse entre las más taquilleras del año en 1958, me refiero al mercado norteamericano, con casi dos millones de dólares aunque en el resto del mundo se embolsó prácticamente medio millón más. Es posible que parte de su éxito se deba a la presencia de Jayne Mansfield, que era toda una sex simbol entonces, de cierto parecido con Marilyn Monroe, aunque a mí no me ha cautivado nada.
Lo de que la película sea un western atípico viene porque mezcla atinadamente la comedia con el género de vaqueros e indios. En este sentido, va en la misma línea de obras como "Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera" (1996) o "Mil maneras de morder el polvo" (2014), de hecho hay escenas casi calcadas de una y de otra. Raoul Walsh parte de una idea bastante buena, la de un refinado inglés que se las tiene que ver con los rudos pistoleros yankis, sin entender sus códigos culturales, y de hecho de vez en cuando consigue buenos efectos cómicos aunque la situación daba para más. En cualquier caso, resulta llevadera y además tendremos la dicha de ver un alegato totalmente reaccionario, al tratar a los Estados Unidos de colonias, "una colonia siempre será una colonia", que cuando se den cuenta de su error se reintegrará en el imperio británico. Magnífico.
Lo de que la película sea un western atípico viene porque mezcla atinadamente la comedia con el género de vaqueros e indios. En este sentido, va en la misma línea de obras como "Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera" (1996) o "Mil maneras de morder el polvo" (2014), de hecho hay escenas casi calcadas de una y de otra. Raoul Walsh parte de una idea bastante buena, la de un refinado inglés que se las tiene que ver con los rudos pistoleros yankis, sin entender sus códigos culturales, y de hecho de vez en cuando consigue buenos efectos cómicos aunque la situación daba para más. En cualquier caso, resulta llevadera y además tendremos la dicha de ver un alegato totalmente reaccionario, al tratar a los Estados Unidos de colonias, "una colonia siempre será una colonia", que cuando se den cuenta de su error se reintegrará en el imperio británico. Magnífico.