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España España · Barcelona
Voto de Sémele:
7
Intriga. Drama Paul y Claire Lohman son un matrimonio con dos hijos que deben asistir a una cena en un restaurante de lujo organizada por Stan, el hermano de Paul. Stan es candidato a gobernador y quiere aprovechar esa cena para tratar un trágico incidente que les incumbe muy directamente, y poner así fin al oscuro secreto que esconde la familia de su hermano y que está relacionado con sus hijos. ¿Hasta dónde llegará el matrimonio Lohman por defender ... [+]
5 de septiembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia en que se basa parcialmente LA CENA (aquello de inspirada en hechos reales) me dejó impactada en su momento. No voy a entrar en detalles para no destripársela a nadie, pero abría un sinfín de reflexiones que, si se quiere, ayudaban (o no) a entender qué puede esconderse detrás de una sociedad enferma moralmente.

LA CENA escarba en un hecho cruel y escabroso, deleznable, perpetrado por dos adolescentes de ambiente privilegiado que, además, son primos. Uno es hijo de un congresista que quiere ser gobernador y el padre del otro es un profesor de Historia que acarrea desde hace tiempo una enfermedad mental. Stan y Paul Lohman, hermanos, tienen una pésima relación desde que eran pequeños. Sus esposas, Claire y Kate, les acompañan y tomarán partido en la posterior discusión que tiene como objetivo "solucionar" el terrible problema de sus respectivos hijos.

Uno de los defectos de la película, a mi modo de ver, es un más que discutido montaje que entremezcla escenas de la cena con flashbacks que muestran aspectos desconocidos de los personajes con la finalidad de trazar un perfil psicológico de los mismos. Eso no es que sea malo necesariamente... El problema viene porque, a menudo, se rompe la continuïdad de la cena, deshilvanándola, ante el peso de unos flashbacks fragmentados que, vale, aportan, pero también alargan el metraje innecesariamente. Se pierde el hilo y la sensación que da es de poca fluidez, vaya.

Dicho lo que no me convenció, me rindo ante lo que funciona. Y es que la película transmite tensión, incomodidad y malas vibraciones. La tensión de una cena entre familiares que no se soportan, la incomodidad por tener que tratar un tema deleznable y escabroso que implica a los seres que más quieren y malas vibraciones porque siempre planea la sensación de que nada puede salir bien en esa noche crucial. Si se me permite la expresión, LA CENA es una película para dar por saco. Y lo hace.


Punto y aparte para el cuarteto protagonista. Destaco por encima de todos a Steve Coogan, que se mete en la piel de un personaje complicadísimo, un hombre con problemas mentales, cuyo resentimiento y verborrea incorregible, muy a menudo políticamente incorrecta, provocan muchas veces incomodidad. Siendo su voz la que guía la historia no es raro que nos produzca una sensación continua de desasosiego. El actor está de excelente como Paul Lohman. Una sorpresa para mí porque siempre lo he asociado con la comedia y parece que también tiene un gran talento para el drama.

Detrás de él, brillan dos grandes actrices, Laura Linney y Rebecca Hall, con unos personajes de gran calado e intensidad dramática, pues van a ser ellas con una fuerza aplastante las que pondrán los puntos sobre las íes a sus respectivos esposos. Richard Gere, el último en discordia, tiene el papel más agradecido, y más acorde (supongo) al punto de vista del espectador... aunque, convertido en la diana de las iras del personaje de su hermano, sale diezmado ante la contundencia del "desagradecido" personaje interpretado por un Steve Coogan en estado de gracia.


En definitiva, LA CENA no es una película fácil de ver. Consigue transmitir la mala hostia que la impregna, la tensión y la incomodidad que subyace en sus profundidades. El contraste entre la opulencia de una cena elitista, en uno de esos restaurantes exclusivos tan de moda, y el terrible drama a tratar por los cuatro comensales resulta tan obsceno como desolador. Por no hablar de las opiniones contrapuestas de los personajes, en su careo final, que invitan a sentir la más absoluta repugnancia en ciertas ocasiones. Es una patada en el culo. Literalmente. Si es lo que pretendía Oven Moverman lo ha conseguido con creces.
Sémele
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