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España España · Barcelona
Voto de Sémele:
7
Serie de TV. Drama Serie de TV (2017). 1 temporada. 8 episodios. Año 1814. James Keziah Delaney es un hombre al que se le dio por muerto tras viajar a África y estar diez años sin noticias de él. Ahora, James, que ha estado en los confines de la tierra, donde casi pierde la vida, vuelve a Londres completamente cambiado y con catorce diamantes robados en el bolsillo. (FILMAFFINITY)
28 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Londres, 1814. James Keziah Delaney (Tom Hardy) regresa después de que lo dieran por muerto diez años atrás. Ha regresado para enterrar a su padre que acaba de fallecer y que le ha dejado en herencia un pedazo de tierra, Nootka, situado en América del Norte. Su padre, antaño comerciante y aventurero, consiguió esas tierras con un intercambio... algo sorprendente, dejémoslo ahí. El problema para Delaney es que Nootka es un territorio codiciado por otras personas: su cuñado, por ejemplo, Torne Geary (Jefferson Hall), casado con su medio hermana, Zilpha (Oona Chaplin); la Compañía de las Indias Orientales, capitaneada por un hombre ambicioso y falto de escrúpulos como Sir Stuart Strange (Jonathan Pryce); los norteamericanos, establecidos en una especie de red en Londres, con el enigmático Doctor Dumbarton (Michael Kelly) a la cabeza...

Técnicamente, logradísima. La ambientación recuerda un poco a "El Perfume" y a las obras de Charles Dickens, es decir, que se huele desde el sofá el pestazo, así como se siente el olor a humedad, de las calles, ríos, edificios... Por no hablar de los interiores que están perfectamente ensamblados, desde el lujo más trasnochado hasta la decadencia más precaria; la pobreza, el barro, la suciedad. El vestuario, fantástico. Entre lo clásico y lo moderno: se distingue entre las clases sociales, abogando por los tonos oscuros como la ropa del protagonista, ataviado con un abrigo negro y largo y un sombrero oscuro. La fotografía, entre una iluminación casi siempre tenue en los interiores y nublada en los exteriores londinenses, muy acorde con los personajes. Los efectos especiales muy currados, sobre todo, la parte que tiene que ver con los experimentos de química y los de la pólvora, a la par de ese submundo de espíritus con una innegable conexión con los espacios de agua. La música de Max Richter es realmente extraordinaria, desde esa melodía de canción de cuna con la que se abre la serie pasando por los momentos de acción o dramáticos, muy ajustada. La dirección de Kristoffer Nyholm y Anders Engstrom, además de eficaz y minimalista, muy de autor diría, resulta en ciertos momentos muy cinematográfica. En definitiva, es de una gran brillantez técnica.

Artísticamente, los diálogos vienen firmados por Steven Knight ("Peaky Blinders"). Pocas cosas a reprochar, a excepción de la genialidad en las respuestas de algunos personajes que pueden resultar un poco rimbombantes (como si tuvieran a punto la frase) y, ya puestos, cierta predisposición a resolver los conflictos con demasiada facilidad, lo que deshincha en ocasiones la tensión creada. Aunque lo uno y lo otro parece un rasgo característico de los guiones de Knight, pues también he apreciado lo mismo en "Peaky Blinders". No es por buscarle los tres pies al gato, es un buen guión y la historia es notable y tiene gancho, pero es algo que me sorprende a veces.

Los actores, sin excepción, son de lo mejor. En especial, por supuesto, Tom Hardy, pues siendo un proyecto tan personal, resultaría extraño que no destacara. El actor se mueve como pez en el agua dando vida a James Delaney, un (anti)héroe que tiene muchísimos claroscuros. Sabe darle la profundidad, el punto de locura y de misterio, la temeridad y la valentía, la violencia desatada y la inteligencia del conspirador, a James Delaney, convirtiéndolo en el centro del universo de toda la serie. El personaje, por decirlo de un modo claro, se come la serie, y eso en lugar de ser algo que vaya en detrimiento de la serie, la acaba beneficiando. A su lado, grandísimos actores, entre los que destacaría Jonathan Pryce, Jessie Buckley, David Hayman, Franka Potente, Stephen Graham y Tom Hollander. Por otro lado, Oona Chaplin, o su interpretación, mejor dicho, me descolocan un poco, pero creo que es más por el guión que por su trabajo como actriz.

En suma, es una serie que cuesta definir en un solo género. Se pueden usar muchos calificativos: Violenta, desinhibida, provocadora, temeraria, misteriosa, pausada... Lo cierto es que no creo que sea del agrado de todo el mundo. Aún así, tiene muchísimas aristas y matices, y toca temas históricos como el tráfico de esclavos o la guerra entre Americanos e Ingleses que le aportan dosis de verosimilitud y funcionan como eje vertebrador de toda la ficción.

Podría decir que, en un principio, es un fresco histórico, un poco irreverente, cargado de intrigas, traiciones y conspiraciones, que muestra los entresijos mafiosos de la Compañía de las Indias Orientales y de la Corona Británica cuando se les meten por en medio un estorbo (Delaney) que entorpece sus planes de expansión. Sin embargo, tras los primeros episodios, empieza a parecer un thriller psicológico cargado de elementos sobrenaturales; más adelante, se torna un cuento de venganzas a lo Conde de Montecristo, a la par que saca a relucir una historia de amor prohibido. El caso es que sea lo que sea me acabó pareciendo una historia de personajes muy cabrones y, cuando en una serie, película o novela, se juntan muchos demonios, siendo uno de ellos el protagonista, me parece una auténtica gozada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sémele
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