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Voto de Jose:
7
6.3
185
Drama
Adapta un popular manga sobre una joven estrella que poco a poco incrementa su abuso de la cirugía plástica para mantener su imagen.
14 de enero de 2017
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Quizá sea esta frase -la del título- una de las que mejor resuman el espíritu de este largometraje que contiene muchos más aciertos que errores. En indudablemente un retrato de la sociedad de consumo actual, la sociedad del producto, de la fama, de la belleza. Lilico, la protagonista, usando métodos ilegales para convertirse en una verdadera Venus, se configura como un Jesucristo de la belleza, como un mesías que se sacrifica a sí misma para ser un espejo de todos esos anhelos que los demás tenemos, sin embargo, se verá envuelta en una atmósfera de agonía, crudeza y desesperanza, si bien preservar su belleza a toda costa será su objetivo principal. Es la belleza precisamente el leitmotiv de la obra que contiene una poderosísima metáfora sobre una sociedad vacía, que endiosa a aquellos referentes que plasman todo lo que la sociedad impone, pero que derrumba, critica y masacra a dicho personaje al ver el más mínimo síntoma de debilidad. Se discute la dicotomía que forma la felicidad y la aceptación social, el bienestar frente a la fama, aunque esta suponga la degeneración vital. La muerte de la fama es también la verdadera muerte, el caos al que se somete la protagonista.
Visualmente el largometraje es bellísimo, y ya no sólo por Erika Sawajiri o Kiko Mizuhara, sino también por la delicadeza con las que la directora ha filmado todas y cada unas de tomas, sabiendo aprovechar fondo con forma, una gama cromática excelente para cada momento.
Visualmente el largometraje es bellísimo, y ya no sólo por Erika Sawajiri o Kiko Mizuhara, sino también por la delicadeza con las que la directora ha filmado todas y cada unas de tomas, sabiendo aprovechar fondo con forma, una gama cromática excelente para cada momento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Si no le doy una puntuación mayor al filme es porque en ciertas ocasiones la trama languidece, le falta una chispa que haga mover el motor a máxima velocidad. No obstante, el tema de la fama, con sus causas y consecuencias está perfectamente tejido. La película se va entrelazando deliciosamente para estallar en un final apoteósico: esa muerte de Lilico, tan estética y suntuosa, que recuerda al 'Cisne Negro' de Darren Aronofsky, esa muerte como metáfora del descanso; o también a ese final tan japonés, del 'Bora no Soretsu' Toshio Matsumoto, con ese cuchillo atravesando el ojo y derramando sangre fotografiada pasionalmente por el tumulto de los periodistas. Huelga destacar también la metáfora del final, esa hermana patito feo que ahora es otra de esas muñecas de porcelana perfectas, símbolo de que en nuestros días, podemos ser quien queramos ser, eso sí, ¿merece la pena las consecuencias de tal vacuo deseo?