Media votos
8.3
Votos
524
Críticas
36
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de gabo:
10
7.7
19,604
Drama
Anthony (Anthony Hopkins), un hombre de 80 años mordaz, algo travieso y que tercamente ha decidido vivir solo, rechaza todos y cada uno de las cuidadoras que su hija Anne (Olivia Colman) intenta contratar para que le ayuden en casa. Está desesperada porque ya no puede visitarle a diario y siente que la mente de su padre empieza a fallar y se desconecta cada vez más de la realidad. Anne sufre la paulatina pérdida de su padre a medida que ... [+]
3 de noviembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo en toda esa aparente teatralidad que resulta inquietante y fascinante a la vez en este magnífica película, los personajes salen del plano como los actores dentro de una obra, interpretes que intercambian ropas tras camerinos y vuelven a escena a perfilar un personaje nuevo, a crear una nueva identidad, a construir un nuevo entorno de sensaciones. Esto se logra por un milimétrico trabajo de montaje gracias al griego Yorgos Lamprinos que logra a través de esta arma construir un complejo rompecabezas y manejar con solvencia el ritmo narrativo del film, permitiendo al espectador indagar en los confines de la memoria dañada de este anciano.
Seguimos en la zona de spoilers
Para mas reseñas viste: https://oasisdelcine.wordpress.com/
Seguimos en la zona de spoilers
Para mas reseñas viste: https://oasisdelcine.wordpress.com/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El director Florian Zeller junto con el veterano guionista ganador del premio Oscar, Christopher Hampton, adaptan la obra del teatro del primero para brindar un guion complejo, lleno de matices y perspectivas acerca de la naturaleza de la vejez, la fragilidad mental y el abandono de los hijos, pero nunca renunciando a la ambigüedad, nunca convirtiéndola en una película de carácter enciclopédico, sino cuestionando al espectador con cada giro, con cada dialogo, con cada interacción. Abunda constantemente el punto de vista, de muchas acciones, como en la secuencia del aparente asesinato o aquella donde llega la nueva cuidadora de Anthony haciendo de su construcción dramática un conjunto de trazos finos y alambicados sujetos a debates y diversas interpretaciones.
Zeller dirige con maestría muchas de las secuencias, como el final que comentaremos más delante, en otras secuencias apela a la sensación más aterradora de claustrofobia, de extrañeza por los trucos que impone la psique deteriorada, de cuadros que desaparecen y vuelven a aparecer, de repetir el mismo plano, pero cambiando el attrezzo, de construir una nueva realidad más propia de una pesadilla que un sueño placentero. Zeller no deja lugar para el optimismo más superficial siendo su sello el de un naturalista convencido que de la mera inspección de la realidad, sin contar con manierismos en su puesta en escena, consigue extraer el potencial de lo dramático.
Una de las secuencias mas notables viene de la mirada humana, desgarradora y sobrecogida de una magistral Olivia Colman; ella desea una vida, pero a que costo, que sacrificio le merece esa felicidad que tanto desea, acaso acabando físicamente con si progenitor o consolarlo y brindándole señales de amor mientras él se encuentra en su cama dormido. Sus gestos acaso provienen de su mundo interior o de la enfermera oculta tras su efigie, ese carácter ambiguo perfila a su personaje y le brinda matices muy marcados a su actuación, por su parte una excelsa Olivia Williams actúa en las sombras, oculta tras su imagen de trabajadora de la salud, ella brinda amor o solo cumple su deber, con su mirada determinada o su actitud afable nos debemos de quedar al abandonar el metraje. Por su parte encabezando esta titánica labor actoral nos encontramos con un Anthony Hopkins pletórico, tanto emotivo en la parte dramática y a la vez que patético en sus movimientos pesados, en sus lerdo caminar, sus gestos de duda, su carácter vehemente y su involución al infantilismo producto de su enfermedad complementan todo el perfil de su complejo personaje. Esto queda demostrado en secuencias especificas como el final o cuando cree que su nuero lo esta golpeando manifestando su avanzada regresión.
En la secuencia final Anthony está desnudo en la oscuridad, incapaz de reconocer su propia existencia construye otra, donde Anne nunca se fue, donde aún conserva su apartamento, donde se sienta capaz de ser útil en este mundo; por el contario es toda una ilusión, una quimera un producto de la regresión máxima e irreversible de su psique. Aquí Zeller juega su última carta, dejando la revelación de su estrategia hasta esta secuencia definitiva, donde la enfermera se convierte en parte de la realidad y la ficción, parte del mundo del trastornado hombre asumiendo diferentes roles y cambiando de ropajes para salir a escena con esa nueva identidad conferida por Anthony, donde será para siempre la hija fiel, aquella que no vive en París, aquella que pasea en los parques con su padre, aquella que lo mantendrá vivo.
Zeller dirige con maestría muchas de las secuencias, como el final que comentaremos más delante, en otras secuencias apela a la sensación más aterradora de claustrofobia, de extrañeza por los trucos que impone la psique deteriorada, de cuadros que desaparecen y vuelven a aparecer, de repetir el mismo plano, pero cambiando el attrezzo, de construir una nueva realidad más propia de una pesadilla que un sueño placentero. Zeller no deja lugar para el optimismo más superficial siendo su sello el de un naturalista convencido que de la mera inspección de la realidad, sin contar con manierismos en su puesta en escena, consigue extraer el potencial de lo dramático.
Una de las secuencias mas notables viene de la mirada humana, desgarradora y sobrecogida de una magistral Olivia Colman; ella desea una vida, pero a que costo, que sacrificio le merece esa felicidad que tanto desea, acaso acabando físicamente con si progenitor o consolarlo y brindándole señales de amor mientras él se encuentra en su cama dormido. Sus gestos acaso provienen de su mundo interior o de la enfermera oculta tras su efigie, ese carácter ambiguo perfila a su personaje y le brinda matices muy marcados a su actuación, por su parte una excelsa Olivia Williams actúa en las sombras, oculta tras su imagen de trabajadora de la salud, ella brinda amor o solo cumple su deber, con su mirada determinada o su actitud afable nos debemos de quedar al abandonar el metraje. Por su parte encabezando esta titánica labor actoral nos encontramos con un Anthony Hopkins pletórico, tanto emotivo en la parte dramática y a la vez que patético en sus movimientos pesados, en sus lerdo caminar, sus gestos de duda, su carácter vehemente y su involución al infantilismo producto de su enfermedad complementan todo el perfil de su complejo personaje. Esto queda demostrado en secuencias especificas como el final o cuando cree que su nuero lo esta golpeando manifestando su avanzada regresión.
En la secuencia final Anthony está desnudo en la oscuridad, incapaz de reconocer su propia existencia construye otra, donde Anne nunca se fue, donde aún conserva su apartamento, donde se sienta capaz de ser útil en este mundo; por el contario es toda una ilusión, una quimera un producto de la regresión máxima e irreversible de su psique. Aquí Zeller juega su última carta, dejando la revelación de su estrategia hasta esta secuencia definitiva, donde la enfermera se convierte en parte de la realidad y la ficción, parte del mundo del trastornado hombre asumiendo diferentes roles y cambiando de ropajes para salir a escena con esa nueva identidad conferida por Anthony, donde será para siempre la hija fiel, aquella que no vive en París, aquella que pasea en los parques con su padre, aquella que lo mantendrá vivo.