Sólo una persona realmente perturbada y fascinada por la naturaleza humana puede hacer buen cine, cine sensible y complejo, cine de relaciones humanas, que hablan a la persona, que cuentan algo que nos inquieta en realidad o en sueños, como puede ser perder a quien se quiere, la muerte, la soledad... y Bergman lo hace a través de personajes muy complejos, profundos y sobre todo que intentan guardar las apariencias, tal y como hacemos todos en nuestra vida cotidiana, pero tarde o temprano sueltan esa tormenta.
Y en medio de ella una pobre chica que ni siquiera es consciente de lo que viven quienes están a su alrededor, es alguien que empieza a ver la vida con ilusión y sin miedo, mientras que ellos ya han sido golpeados por el desamor, la infelicidad, el pasado...
No es una película muy conocida, ni con una destacada votación, pero me ha sorprendido muy gratamente, me ha encantado Bergman, me ha dado la sensación de ver un director de cine moderno, no parecía anclado a unas pautas, sino decidido a todo lo contrario, renovar con el cine de verdad, el que nace del autor, en el que se cuenta algo, donde no es importante el entretenimiento, sino lo que puedes obtener de la historia y los personajes, lejos de oscars y glamour, pero que significó el nacimiento del genio. Ingmar Bergman