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España España · Tramacastiel
Voto de Luis:
3
Ciencia ficción. Aventuras. Western T.J. es un empresario que quiere engrandecer su espectáculo circense con un show único en el mundo: la presentación de un caballo de solo 20 cm. de altura. El prof. Bromley, estudioso de la prehistoria parte junto con un aventurero hacia la cueva en donde se supone que habita el ejemplar. Todo marcha bien hasta que hallan un formidable dinosaurio. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2019
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El productor de films fantásticos afortunados como "Simbad y la princesa" y "Jasón y los argonautas", ya en el declive de su carrera, volvió nuevamente a España para tratar de repetirse con "El valle de Gwangi". La fastidió. La ambientación es absurda, en un pueblo español que finge ser mejicano. Esos mejicanos parecen haber sido prestados por un spaghetti western, pues todos visten de blanco, van en burros y llevan anchos sombreros de paja. No hay ninguna catedral gótica en Méjico, pero sí en la película. Méjico tiene su folklore, pero en el film se canta y se baila flamenco.
Todo ello no tendría importancia si el guión fuera bueno. Pero se reduce a una colección de tópicos, desde las maldiciones de una bruja tuerta a la aparición de los animales prehistóricos, que desfilan uno tras otro por el argumento como si se tratara de la pasarela Cibeles de los dinosaurios. Los protagonistas parecen títeres estereotipados; ahora se presentan como vaqueros del oeste tratando de echar el lazo a un tiranosaurio; más tarde estrangulando a un gigantesco reptil volador; e incluso para completar el zoológico toreando una vaquilla.
No se sabe elaborar un clima de misterio en torno a la fascinante aparición de los monstruos, ni una tensión dramática entre los protagonistas. Todo es torpe, injustificado, incluso el modo en que se desenlaza la historia.
Añadamos que la música es una variante de la de Horizontes de grandeza, de William Wyler, mezclada con acordes sonoros de "La isla misteriosa", del mismo productor, sin duda para abaratar el costo.
De manera que sólo los efectos de Harryhausen estimulan el visionado de la cinta, aunque para mi gusto son los mismos de otras películas, es decir, se repite.









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Luis
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