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Voto de El Protestón:
3
Intriga. Fantástico. Ciencia ficción Una joven estudiante de cine conoce a un antiguo estudiante de la escuela que no puede quitarse de la cabeza un nombre: Catarina Vega. Ambos vivirán una historia enlazada con el pasado, y el futuro. (FILMAFFINITY)
18 de agosto de 2016
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Una cosa sobre mí: no me gustan demasiado las bebidas con hielo. Es decir, cuando hay calor y la bebida lo requiere, no hay otra. Pero detesto el sabor aguado que va dejando el hielo en el momento en el que empieza a derretirse. Misma sensación que me produjo esta película. Un argumento sólido que prometía mucho antes de entrar en la sala, pero 100 minutos en los que el metraje demostraba estar deshaciéndose sin parar.

¿De qué trata Hielo? ¿Sinceramente? No tengo ni la más mínima idea. Hay dos historias paralelas: una niña que es parte de un gran experimento genético y una chica que acaba de entrar en una escuela de cine. Si bien estas dos historias están conectadas, la clave de esa conexión brilla por su ausencia. No me malinterpretéis, me gusta mucho que una película me confunda, que me haga sudar, que me haga salir de la sala preguntándome qué demonios he visto. Pero esa sensación sólo es agradable cuando sabes que la película está jugando de forma inteligente, que hacen falta varias revisiones para comprenderla en su totalidad. En "Hielo", la sensación que prima es no estar entendiendo nada porque no hay nada que entender. Sobre todo porque al final estás tan poco interesado que no pones esfuerzo ni siquiera en llegar a entenderla. Y vale que yo soy el Protestón, pero os juro que la mitad de los espectadores se fueron antes de que acabase la película.

Aunque lo peor de la cinta es, sin lugar a dudas, el guión. Los diálogos hunden a la película en cada escena, pues se componen TODOS de frases de póster motivacionales de gatos, de esa filosofía barata típica de estados de Facebook, de esa verborrea hueca que, lejos de hacerme pensar, me repele por pretenciosa. No puedo ni contar con las manos la de veces que la compañera con la que fui a ver la película y yo no pudimos aguantar la risa o, en su defecto, el asco con algunas frases de la película que son para enmarcar y tirar inmediatamente por la ventana.

Lo peor es que es una película con ideas buenas. Ideas que tienen potencial. Y entre toda la maleza de errores que resaltaban en cada escena, se podía entrever una intención y un mensaje que podía llegar a calar si estuviera hecha de otra forma. Alejándose de la espectacularidad, de un intento por parecer inteligentísima, de los diálogos para preadolescentes y de creerse más importante de lo que es, hay una posible película independiente que parecía estar intentando liberarse de unos directores que no han sabido aprovechar lo que contaban.

Conclusión: la verdad no le recomendaría esta película a nadie, pero... no, no tengo ningún "pero". No le recomiendo esta película a nadie. Para estar confuso ante una película y preguntarme, sentado al borde de mi butaca, cuál es la clave de la película, recomiendo mucho más ver algo de David Lynch (por ejemplo: "Carretera Perdida" de 1997) o de cine más experimental. Nada más que añadir.
Saludos del Protestón.
El Protestón
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