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Voto de Zinephagus:
7
Intriga. Comedia El señor Cecil Fox (Rex Harrison), un millonario excéntrico y maquinador, decide trasladar a su propia vida la farsa que propone la obra teatral "Il Volpone", escrita por Ben Jonson, dramaturgo inglés del siglo XVII. Fox fingirá que está a punto de morir y, por lo tanto, de hacer testamento, noticia que atraerá hasta su palacio de Venecia a tres mujeres que fueron importantes en su pasado. (FILMAFFINITY)
24 de febrero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es raro encontrar en el cine de Joseph L. Mankiewicz enfrentamiento físico. Tampoco es el primero de sus objetivos crear personalidades, imponer presencias que reclamen el cariño incondicional del espectador y el paso inmediato a la galería de héroes imborrables. Aunque bien merezcan Margo Channing, Cicerón, María Vargas, el sheriff Lopeman y Adrew Wyke, además del completo elenco de "The Honey Pot", estima y admiración. Por el alarde de talento inventivo que todos ellos demuestran como finos estrategas. Elegantes jugadores secretamente aterrorizados por la posibilidad de una derrota y fascinados por un mecanismo especialmente apto para ejercicios de trapecio sin red.

Como a veces ocurre en llegadas masivas de una carrera ciclista, donde un corredor hábil puede vencer en la misma línea de meta a rivales más cualificados que se confían en exceso o cometen pequeños errores, insalvables en distancias muy cortas, las narraciones sobre simpáticos funambulistas mentales -y morales- de Mankiewicz están respletas de sorpresas. Que, en este caso, ni el viejo zorro de apellido y condición Cecil Fox (Rex Harrison) puede prever en su totalidad. En el juego de Fox hay cartas para las tres mujeres de su vida y también para un actor en paro llamado William McFly (Cliff Robertson), metido a maestro de ceremonias y extraordinariamente atento para avanzar dentro del pasatiempo. Por ahí asoma también la nada estúpida enfermera Sarah Watkins (Maggie Smith).

Seis maquinaciones en marcha, seis personajes adorablemente abjectos calculando debilidades, afilando sus garras para enfrentamientos por parejas que intuyen ventajosos, lanzándose dardos verbales, escondiendo pudorosamente motivaciones y circunstancias que el sarcástico Mankiewicz irá desvelando. Para que veamos a los competidores correr, sorprendidos por un instante, cubriendo sus vergüenzas y recuperar, poco después, una digna pose de aspirantes al contraataque, mientras los cerebros comienzan a expeler humo.

El escéptico policía italiano, que entra en acción con la primera baja inesperada del reparto, no es superior en astucia a los investigados, aunque comprenda mejor que el camino más corto entre dos puntos pueda ser la línea recta. Las dimensiones de la partida superarán pronto la apariencia inicial de comedia brillante, de pantomima organizada con finalidad electiva por el propietario de la mansión veneciana. Un entramado de marcajes de complejidad creciente no evita que las peligrosas jugadas de ataque, iniciadas con laseguridad de una victoria parcial o concluyente, no supongan un (para otros) arpovechable descuido del sistema defensivo.

La exquisita decadencia de pequeños reinos independientes tiene más interés, para Mankiewicz, que la pujanza grosera e impersonal de aberraciones arquitectónicas favorecidas por la imparable danza de las horas.
Zinephagus
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