Una de las películas con el argumento más interesante de la pasada década fue Hijos de los hombres. Está ambientada en un futuro próximo en Inglaterra y describe un panorama desolador con una humanidad que no puede procrear y una sociedad en descomposición y a la deriva, marcada por las tensiones migratorias, el terrorismo y la desesperanza. Existe un grupo de terrorista, defensores de los derechos humanos, que luchan contra los abusos del gobierno en materia de inmigración y persecución a los refugiados. Gente muy violenta y peligrosa que quiere hacer la revolución con un gran baño de sangre. Dentro de ese grupo hay quien apuesta por las vías pacíficas para llevar a cabo su proyecto, pero son minoritarios los que piensan así y terminan asesinados por sus propios compañeros. Un hombre asqueado de la vida se verá envuelto en una persecución a vida o muerte cuando se ve obligado a trasladar a una mujer embarazada a un barco en el que existen personas civilizadas que tratan de que la gente recupere la fertilidad y la esperanza.

La película tiene un interesante argumento que da qué pensar porque lo que en él se plantea no es muy descabellado. Estamos ante una obra de ciencia ficción seria cuyo guión estuvo nominado al Oscar. Lo que cuenta es bastante creíble aunque lo que menos me gustó fue la existencia de ese grupo de terroristas defensores de los derechos humanos. Radicales antisistema que acaban convirtiéndose en lo mismo que rechazan. Pero no me parece muy creíble que en una sociedad futura como la que plantea la película haya gente así. Más bien creo que esos que hoy en día defienden tanto los derechos fundamentales en un futuro tan negro y tan amenazante serían los primeros que se cambiarían de chaqueta y se convertirían en los más ultras de todos. Pasarían de un extremo a otro, de la izquierda más radical a la ultraderecha más fascista. Por lo demás la película invita a la reflexión y resulta interesante aunque muy triste. Impresiona ver los colegios abandonados, las clases sin niños y sobre todo una de las escenas finales (spoiler).

Clive Owen realiza una de sus mejores interpretaciones secundado por la siempre magnífica Julianne Moore y un divertido Michael Caine que interpreta a un eminente científico hippie. Pero aunque la película esté bien hecha y ambientada, le falta algo para ser una gran obra.