Sinceramente: quitan los actores famosos, la dirige otro director, y perfectamente encaja con una pélicula para televisión de las que echan en antena 3 los domingos por la tarde. ¡Pero no! La ha dirigido el mismísmo Eastwood, y por eso, pues es la repera. Por mucho que digan que es sorprendente y emocionante, no me hizo ni fu ni fa, pero para colmo tenía unos detallitos que me hacían pensar en la diarrea del guionista mientras escribía la historia. Por ejemplo, eso de llamarle "jefe" o como fuere a Eastwood de parte de Swank, o la familia de ésta, con unas reacciones más que esperables cuando la situación de la boxeadora cambiaba. Los pocos puntos se los lleva Freeman, que es un gran actor (y quien le doble, un gran doblador), que hace creíble esta historia.