Le doy el cuatro a regañadientes (más bien se merecería un tres), por brindarme la oportunidad de volver a ver a Hugh Jackman caracterizado como Lobezno.

Por lo demás, es una película absurda e incoherente, tanto con la saga de X-Men como consigo misma. No hay por dónde cogerla. Y, encima, tiene demasiadas blasfemias contra los personajes en los que se basa, empezando por Dientes de Sable (una hermanita de la caridad al lado de la versión del cómic y nada que ver tampoco con la que sale en X-Men) y terminando por Deadpool (Masacre).

Porque es particularmente alucinante que se hayan atrevido a privar a este personaje del humor, cinismo y parlanchinería imparable que le caracterizan, algo que recuerda a lo que hicieron en su día con Bane en una de las películas de Batman anteriores a su más que digna encarnación actual obra de Christian Bale y Christopher Nolan y de las cuales reniego absolutamente.

Esto no es si no una prueba más de un guión absolutamente torpe e incapaz, por no decir nulo, al que sólo salvan la espectacularidad de la pelea final y el propio Hugh Jackman. A ver lo que hacen con la película que van a dedicarle a Deadpool en solitario, pero ya me estoy temiendo lo peor.

Ya puestos, si queréis amortizar la entrada al máximo, no os levantéis de la butaca hasta el mismísimo final de los títulos de crédito, donde se nos muestra por dónde van a ir los tiros de una secuela que espero que no sea tan decepcionante, aunque, visto lo visto, espero algo al paupérrimo nivel de "Elektra", por decir algo.

¡Por favor, señores de Hollywood, dejen de exprimir el filón de las películas de superhéroes haciendo adaptaciones sin sentido que lo único que consiguen es cabrear a los fans! Y, en general, ¡ya va siendo hora de que nos brinden una menor cantidad de películas en favor de una mayor calidad y originalidad!