Indiana Jones and the temple of Doom, consolida la franquicia creada 3 años antes por el tándem Lucas/Spielberg, ofreciendo en la nueva entrega todos los ingredientes esperables por el público en la saga, incrementando el nivel de humor y cargando las tintas de lo macabro.

Harrison Ford vuelve a encarnar a su carismático arqueólogo. Personaje arquetípico del cine de aventuras, que busca entretenimiento sin complicaciones.

Podríamos apuntar que muchas de las bromas que introducen los personajes interpretados por Kate Capshaw o Ke Quan, rozan lo infantiloide o la misogínia. Que gran parte de la trama lleva implícito un racismo subyacente ante la cultura Hindú, o que el film toma una deriva excesivamente siniestra/oscura para un film familiar de aventuras. En cualquier caso, el film sigue funcionando a las mil maravillas.

Una entrega que supuso dotar de continuidad, coherencia, y éxito a una franquicia deudora de los viejos seriales de aventuras. Con ingredientes de primer nivel (fotografía, banda sonora, puesta en escena, interpretaciones) y una realización virtuosa de su director Steven Spielberg, que sabe conseguir fuerza dramática y ritmo visual suficiente para que olvidemos de todas las carencias del film y nos dejemos llevar por la aventuras que el film nos ofrece.