Francois Ozon vió mucho cine del bueno. Siempre pienso que una cosa es homenajear y otra muy distinta es copiar. Acá hay un rejunte de ambas cosas y un vulgar intento de provocación al espectador, tomándo a una familia de clase media francesa que, con la aparición de una ratoncito como mascota, funciona como disparador de deseos sexuales reprimidos en cada miembro de la familia. Y Ozon utiliza ésta situación para reirse y burlarse de prejuicios sociales y sexuales (homesexualidad, lesbianismo, incesto) en tono de comedia. Supongo que le habrá parecido gracioso sólo a él porque Almodóvar ya lo había hecho mucho tiempo atrás, y Buñuel ni te cuento. Hay escenas copiadas de otras películas, como la hija inválida arrastrándose con un cuchillo en la boca ( clara alusión a La parada de los monstruos de Ted Browning) que ya no asustan a nadie. No es graciosa y me aburrió bastante.