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Voto de Sergio Berbel:
6
Drama Narra de manera íntima la historia de un hombre bueno, el médico colombiano Héctor Abad Gómez, carismático líder social y hombre de familia, un destacado médico y activista por los derechos humanos en el Medellín polarizado y violento de los años 70. La trama relata la vida del doctor y padre de familia, preocupado tanto por sus hijos como por los niños de clases menos favorecidas. En su casa se respiraba la vitalidad y la creatividad ... [+]
18 de mayo de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El olvido que seremos” es una buena película, pero sin llegar a ser sublime. Suele ocurrir con la filmografía de Fernando Trueba (yo soy más de David), que acoge temas valientes y planteamientos aguerridos para endulzarse paulatinamente y remansar en ciertos lugares comunes plácidos. Así ocurrió en su maravillosa e inolvidable “Belle Époque” como también en las apasionantes “El artista y la modelo” o “El baile de la victoria”.

En el supuesto de “El olvido que seremos” puede que sea al revés, que la película vaya de menos a más conforme el compromiso político de su protagonista va cobrando forma y llenando el metraje, pero para cuando el film evoluciona y realmente se convierte en el drama político-social que siempre debió ser quizás ya sea tarde después de sestear en el plácido durante demasiada parte de su extenso metraje.

Y ello a pesar de que la historia que cuenta es apasionante, y en manos de un protagonismo absoluto del gran Javier Cámara aún más. Porque ese buen hombre, médico de profesión y con una conciencia social y política que lo sobrepasa en la época en la que tenerla y lucirla podía ser muy peligroso en Colombia, Héctor Abad Gómez, estaba empeñado en cambiar las estructuras para elevar la salud pública a tema nacional y acabar con las epidemias que se cebaban con el proletariado mientras que las clases altas apenas las notaban. Demasiado valiente para vivir en la Colombia de 1971.

La película, eso sí, tiene un acierto estilístico notable doblándole el pulso a la norma norma no escrita para utilizar una preciosista fotografía en blanco y negro para narrar el presente colombiano de sus protagonistas en 1983, reservando el color para los acontecimientos del pasado que explican el presente de los personajes en 1971.

Ello se ve acompañado en determinados momentos por algunos planos secuencia notables y una madurez tras la cámara del mayor de los Trueba ciertamente llamativa para esta cinta cuyo guión también firma el propio Fernando adaptando la novela homónima del hijo del protagonista, Héctor Abad Faciolince. La partitura musical corre a cargo del siempre funcional Zbigniew Preisner y la fotografía de Sergio Iván Castaño brilla mucho más en las fases del metraje en blanco y negro que las rodadas en color.

Dicho sea de paso, el joven elenco actoral que encarna a las cinco hijas y un hijo del protagonista están todos soberbios, transmitiendo la suficiente entidad propia y personalidad a sus personajes secundarios como para que resulten creíbles todos ellos en una cinta de ambiente rosselliniano cargado de humanismo y progresismo necesarios.

Y nada mejor que terminar esta breve reseña con los versos de Jorge Luis Borges con los que finaliza la película, y que lo dicen todo como acertado colofón definitivo:

"Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres, y que no veremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte,y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre.
Pienso con esperanza en aquel hombre

que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
Esta meditación es un consuelo.”
Sergio Berbel
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