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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama. Musical Berlín, años 30. El partido nazi domina una ciudad donde el amor, el baile y la música se mezclan en la animada vida nocturna del Kit Kat Club. Un refugio mágico donde la joven Sally Bowles y un divertido maestro de ceremonias hacen olvidar las tristezas de la vida. (FILMAFFINITY)
19 de febrero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
1972 es el gran año dorado de la historia del cine. En él se estrenó “El Padrino” de Francis Ford Coppola y el mejor musical jamás concebido por el ser humano para el Séptimo Arte: “Cabaret” de Bob Fosse.

La mejor película musical de la historia (a mí no me cabe la menor duda de tal afirmación, que sostengo allá donde fuere menester) se alzó con 8 Oscars de los 10 a los que estaba nominada. Sólo se le escapó el del Mejor Película, que fue para el Coppola de “El Padrino”. Menuda edición, la mejor jamás vista.

¿Por qué “Cabaret” es el mejor musical de la historia del cine? Sencillamente porque lo tiene todo, absolutamente todo, y por ello alcanza la perfección insuperable. Pero, muy especialmente para mí, porque parte de una premisa incontestable: un musical no tiene por qué transmitir felicidad sino todo lo contrario, puede ser una ácida crítica social contra el nazismo, contra las cortapisas a la libertad de expresión, contra la homofobia, a favor del aborto, de las relaciones triangulares, contra el egoísmo de la clase alta y el sometimiento del proletariado… y todo ello sin final feliz y sonrisas por doquier. Quizás por todo ello, hoy más necesaria que nunca.

Y su segunda premisa me entusiasma aún más que la primera: porque un musical tiene que transmitir verosimilitud. La gente no canta ni baila en mitad de la calle. Por eso en la obra maestra de Bob Fosse los números musicales (todos ellos magistrales, perfectos, maravillosos, únicos, insuperables, incontestables, pegadizos de por vida) se desarrollan en el escenario del Cabaret del Berlín 1931 que da título a la cinta, jamás durante el desarrollo de la trama.

Bajo esos dos pilares que lo hacen perfecto, Bob Fosse desarrolla su doble virtuosismo: en la forma de colocar la cámara y componer el encuadre y, sobre todo, en el montaje, rompedor, moderno, rupturista hasta los límites de la experimentación, especialmente en los números musicales, cuando se hace expresionista y expresivo como ningún otro.

Para contar la historia de un Cabaret libre y progresista, abanderado de la libertad de expresión frente al fascismo, tocado de muerte por el auge del nazismo en el Berlín de 1931, Bob Fosse cuenta, sencillamente, con las dos mejores interpretaciones que el cine haya dado para un musical en toda su historia: la de Liza Minelli y, sobre todo, la del perturbador Joel Grey.

Y con unos números musicales que son inalcanzables para cualquier otro ser humano que no sea John Kander en la composición y Bob Fosse en la coreografía. Es imposible impulsar más alto el listón tras “Cabaret”, lo más de lo más.
Sergio Berbel
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