27 de mayo de 2008
31 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Digna heredera del más puro y genuino cine clásico japonés, “El ocaso del samurai” es una de esas pelis tan bien hechas como agradables de ver. Y ésa, al margen de otras consideraciones, ya dice mucho de una obra cuyo máximo objetivo es narrar las venturas y desventuras de un samurai de bajo rango en el Japón de finales del s. XIX.
Para ello, Yamada prescinde de toda estridencia filosófica u efectista y construye, desde la humildad más absoluta, una entrañable e intimista historia de amor como sólo los japoneses saben hacerlo. Con la cámara a ras de suelo, mimando los planos, los detalles; con las justas y apropiadas intervenciones de una voz en off que, lejos de agobiar, instila un halo de nostalgia y lirismo extraordinario.
Queda patente que con una simple espada de madera, un corazón noble y un férreo sentido del deber, un simple samurai de 50 kokus demostró mucho mayor coraje que 50 samurais lanzando mandobles a diestro y siniestro con sus afiladísimas katanas.
Probablemente si Tom Cruise y Edward Zwick se hubieran dignado a echarle un vistazo a la película de Yamada no hubieran tenido la desfachatez de rodar una inmundicia como “El último samurai”. Bueno, igual no. La pasta es la pasta.
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