Impresionante caracterización e interpretación de Benicio del Toro, captando la enorme complejidad de un mostruo de mil caras, pero muy diluida por el exceso de protagonismo de un correcto Josh Hutcherson cuya historia con Pablo Escobar, aunque es ilustrativa del complejo de Dios que caracterizó su “reinado” en Medellín, se pierde en mil detalles irrelevantes y en una confusa estructura narrativa de innecesarios saltos en el tiempo hacia delante y hacia atrás.

A medio camino entre el biopic y el cine de aventuras, “Escobar: el Paraíso Perdido” se queda sólo en una película interesante, pero regular, que no tiene claro en ningún momento lo que quiere contar: el protagonista es Del Toro pero el que sale todo el rato es Hutcherson; Escobar en un momento es el rey y al siguiente tiene problemas, pero no sabemos por qué; conocemos muchos detalles de la vida familiar del gringo y poco después está en medio de un asunto de vida o muerte sin venir aparentemente a cuento… una total carencia de rumbo que repercute en la atención que un espectador medio puede dedicar. Y sobre todo, que la magia de Del Toro se reparte con cuentagotas en una obra que recuerda a "Apocalypse Now" por como Escobar, el elemento dominante, es a la vez el elemento que apenas aparece, un gigantesco McGuffin latino.

Aunque las comparaciones sean odiosas e injustas, la serie “Narcos” tiene claro su objetivo de narrar el ascenso y caída de Pablo Escobar y aunque su planteamiento sea más comercial y las interpretaciones menos intensas, el resultado engancha mucho más y es muchísimo más entretenido.