Jorge Javier Vázquez se pasea por el plató de “Sálvame de Luxe” con cara compungida. Mira distraídamente sus papeles con cara ausente, está claro que su cabeza está en otra parte. Mira a cámara, traga saliva, va a dar una noticia de calado. Con dificultad, suelta que una colaboradora del programa está muy mala en el hospital, algo serio dice. Le transmite su apoyo, el apoyo de todos los colaboradores habituales, el apoyo del público que se traduce en una intensa ovación, el apoyo de España entera a través de las ondas. Tremendo. Ha conseguido la catarsis. Me siento culpable por haber pensado siempre que este programa era un vertedero: para nada, esta gente tiene corazón.

J.J. Vázquez sigue evolucionando por el plató. Se acerca a una oronda señora que se apoya en una especie de tenderete de mercadillo (¿?). Nos la presenta como la madre de Falete, ese ser de sexualidad por determinar que creo (subrayemos lo de “creo”) que es cantante. La susodicha sostiene con inquietud un teléfono móvil entre las manos. J.J. nos dice que ese celular contiene un SMS de gran trascendencia. Por lo visto, el SMS ha terminado en el móvil que no debía y la preocupada madre ha pensado en compartirlo con España. El SMS lo manda el propio Falete y es tan fuerte que J.J. tiene que hacer auténticos esfuerzos para leerlo. Realmente es muy fuerte, J.J. sabe que se la juega al leerlo.

- “Cariño, nos vemos esta noche.”- Pausa dramática. – “He comprado crema…” – aquí J.J. tiene que hacer uso de toda sus fuerzas para continuar – “… para DEPILARME EL COÑO”

Vaya, qué poco le ha costado superar lo de la colaboradora moribunda y volver a revolcarse en la basura... Pongo el DVD y empiezo “Una conejita en el campus”, pero la cosa no mejora demasiado.

No me engaño, sabía que era una comedia de perfil bajo y lo que me iba a encontrar: chascarrillos sexuales de tercero de BUP, autoparodia de la Mansión Playboy, Anne Farris haciendo de rubia tonta, el hijo de Tom Hanks haciendo de Tom Hanks con 20 años… no tiene importancia, no pasa nada, truños peores me he tragado. Lo que me jode es que me tomen por idiota con una historia ridícula, ni siquiera original, en la que se supone que unos pibones son feos y no se comen un rosco por el hecho de llevar gafas o no vestir como zorras hasta que llega la chica playboy y les enseña cómo se conquista a un chico (básicamente siendo sumisa, diciéndole lo que quiere oír, hablándole de fútbol y vistiendo como una pilingui).

Ojo, no pretendo ser moralista, ni feminista, ni creo que “Una conejita…” sea un atentado a la igualdad, sencillamente una enorme gilipollez, una gilipollez de las peores, de las que nos toma a los demás por gilipollas, en la que no recuerdo haberme reído ni una sola vez. Rozando el truño, diré que más de una ocasión se me pasó por la cabeza parar la peli y volver a “Sálvame de Luxe”.