Julian Barnes es un excelente escritor británico, cuya tercera novela, y primera publicada en España, si no recuerdo mal, fue El loro de Flaubert, una soberbia incursión en el universo del escritor francés, y la obra que nos descubrió a su autor. El sentido de un final parte de una novela de Barnes que desconozco, luego no puedo juzgar si se trata de una versión pertinente o no.
Tony es un hombre de edad madura que vive solo, divorciado de su esposa, con la que mantiene una relación más o menos civilizada, y con una hija lesbiana que está embarazada. Es un hombre hosco y poco dado a socializar. Para distraerse, regenta una tienda de cámaras fotográficas antiguas. Un día, recibirá un curioso legado... Hecho que determinará un cambio en su vida.
El sentido de un final es una pulcra realización británica, sin ruido ni furia, pausada y serena, que se apoya sobre todo en la inmensa interpretación del gran Jim Broadbent. Analiza los problemas de la soledad y la falta de afecto, férreamente controladas, hasta que un incidente inesperado remueve los cimientos tan bien anclados. Hay un grupo de buenos actores prestando apoyo a Broadbent, como Harriet Walter, Emily Mortimer y Matthew Goode. Y Charlotte Rampling, por supuesto, que pese a estar acreditada en segundo lugar no aparece más allá de diez minutos. Es una película que pondrá a prueba a los impacientes, y recompensará a los amantes de este tipo de cine, modesto y pulcro. Un remanso de paz en medio del huracán.