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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
5
Drama. Romance Bill Carey es un joven buscavidas que llega a Saigón en un yate propiedad de un millonario norteamericano. Pronto conoce a la exótica mestiza Manon De Vargnes, de la que queda totalmente prendado. Ésta, inicialmente, ve a Bill como una oportunidad para salir de Saigón y cumplir su sueño de llegar a París, lo que provoca que rompa su noviazgo con un noble rico de Asia. (FILMAFFINITY)
11 de enero de 2017
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Suntuoso melodrama, sección "exotismos varios", de la MGM, vagamente inspirado en Manon Lescaut. La acción transcurre en Saigón, pero podría ser Bangkok, Marrakech o Kuala Lumpur, a juzgar por la profusión de errores que adornan la escenografía y los decorados. Una hermosa mestiza (Hedy Lamarr, tan bella como siempre, provista de unos diálogos que nadie en su sano juicio podría recitar) se enamora de un atractivo playboy (Robert Taylor, Roberto Traidor, el individuo que delató furiosamente a sus compañeros de trabajo cuando la inquisición macarthista), que abandona su vida de farras y despendoles para hacerla una mujer de provecho. Naturalmente, el antiguo protector de Manon (Joseph Schildkraut, con un maquillaje hilarante) le pone todas las trabas posibles, y la cosa acaba peor de lo que había empezado.
Se encargó del estropicio un peso pesado de la productora, uno de esos profesionales llamados artesanos que se responsabilizaban de llevar a buen puerto proyectos poco menos que estrambóticos. Jack Conway, especialista en el género y ducho en plasmar ambientes orientales (Sucedió en China, Estirpe de dragón), se emplea a fondo y lidia con stock shots, transparencias, decorados surrealistas, dioramas y lo que haga falta, Cuenta con la complicidad y colaboración del espléndido director de fotografía George Folsey, y a la partitura un lírico Franz Waxman, valor seguro en estos menesteres. Vista casi ochenta años después, la carcajada acecha en algunas escenas y ciertos diálogos, pero al igual que sucedió hace unos años con el remake de El velo pintado, nada es imposible: rodaje en bellos escenarios naturales, puesta al día del libreto y una pizca de sexo, y nada impediría resucitar el mamotreto en el siglo XXI.
Para amantes de Hedy Lamarr y melodramas inverosímiles.
Eduardo
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