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Voto de Charles:
6
13 de agosto de 2018
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abrir con el clásico espectáculo de mentalista que de un tiempo a esta parte permite experimentar "algo sobrenatural" desde la comodidad no puede ser casualidad.
Que el Profesor Phillip Goodman, además, llegue a extremos violentos por desacreditar mentiras que la gente se traga con gusto, lanza otra pregunta: ¿quizá somos indiferentes porque tantos espíritus tras la pared han cebado nuestras ganas de creer?
La verdad es que, para ser un truco magníficamente orquestado, no hay trampa alguna: 'Ghost Stories' empieza desde el absoluto escepticismo y se propone asustarte despacio, a susurros, incluso se podría decir que con algo de mimo.
El mosaico de historias que Charles Cameron, antiguo ídolo televisivo de Goodman, pone frente a las narices de este no tienen ninguna prisa en soltar esas inquietantes pruebas que no se pueden refutar.
Al contrario, se quedan flotando en un ambiente de gris apatía, infectando la mente del desprevenido profesor, como si hubiera un hilo conector entre los tres que ha sido tenebrosamente trazado por una mano desconocida.
El movimiento de una sábana al paso del haz luminoso, al fondo de la habitación.
Dos figuras totalmente quietas que podrían ser los depredadores al otro lado de la puerta, de un refugio en casa propia.
Un acoso calmado y espectral, que se rebela al mínimo pensamiento de que lo que pasa está siendo completamente normal.
Los resortes de esta antología terrorífica están lejos de ser efectivos muchas veces, tal vez porque prescinden de ser súbitamente impactantes, pero guardan el adecuado alejamiento de foco como para que te preguntes qué has visto: y cuando te das cuenta de que no lo sabes, te quedas ahí, con la niña del cuarto oscuro o el demonio del bosque negro.
Claro que todos los trucos implican una distracción, para luego revelar la sorpresa.
Y allá donde se puede pensar que la sorpresa iba a venir de que nos han puesto en una realidad donde lo sobrenatural no puede existir, resulta que eso solo era un prólogo, porque la distracción es todo este conjunto de criaturas que acechan pesadillas despiertas.
La verdadera sorpresa era comprobar que, no importa su naturaleza, los monstruos y espectros viven dentro de nosotros, enquistados en lo que pudimos evitar, en lo que no queríamos afrontar y, peor, lo que no nos salvamos de ver pasar.
Los fantasmas siempre significaron un asunto pendiente.
Negar su existencia no puede ser muy distinto de contarse una historia constantemente, sin parar a pensarla, para no darte cuenta de que te mientes.
Ojo, siempre lo hemos hecho.
Lo que distingue un buen truco de uno malo es si nos distraen bien para aceptar esa mentira.
Que el Profesor Phillip Goodman, además, llegue a extremos violentos por desacreditar mentiras que la gente se traga con gusto, lanza otra pregunta: ¿quizá somos indiferentes porque tantos espíritus tras la pared han cebado nuestras ganas de creer?
La verdad es que, para ser un truco magníficamente orquestado, no hay trampa alguna: 'Ghost Stories' empieza desde el absoluto escepticismo y se propone asustarte despacio, a susurros, incluso se podría decir que con algo de mimo.
El mosaico de historias que Charles Cameron, antiguo ídolo televisivo de Goodman, pone frente a las narices de este no tienen ninguna prisa en soltar esas inquietantes pruebas que no se pueden refutar.
Al contrario, se quedan flotando en un ambiente de gris apatía, infectando la mente del desprevenido profesor, como si hubiera un hilo conector entre los tres que ha sido tenebrosamente trazado por una mano desconocida.
El movimiento de una sábana al paso del haz luminoso, al fondo de la habitación.
Dos figuras totalmente quietas que podrían ser los depredadores al otro lado de la puerta, de un refugio en casa propia.
Un acoso calmado y espectral, que se rebela al mínimo pensamiento de que lo que pasa está siendo completamente normal.
Los resortes de esta antología terrorífica están lejos de ser efectivos muchas veces, tal vez porque prescinden de ser súbitamente impactantes, pero guardan el adecuado alejamiento de foco como para que te preguntes qué has visto: y cuando te das cuenta de que no lo sabes, te quedas ahí, con la niña del cuarto oscuro o el demonio del bosque negro.
Claro que todos los trucos implican una distracción, para luego revelar la sorpresa.
Y allá donde se puede pensar que la sorpresa iba a venir de que nos han puesto en una realidad donde lo sobrenatural no puede existir, resulta que eso solo era un prólogo, porque la distracción es todo este conjunto de criaturas que acechan pesadillas despiertas.
La verdadera sorpresa era comprobar que, no importa su naturaleza, los monstruos y espectros viven dentro de nosotros, enquistados en lo que pudimos evitar, en lo que no queríamos afrontar y, peor, lo que no nos salvamos de ver pasar.
Los fantasmas siempre significaron un asunto pendiente.
Negar su existencia no puede ser muy distinto de contarse una historia constantemente, sin parar a pensarla, para no darte cuenta de que te mientes.
Ojo, siempre lo hemos hecho.
Lo que distingue un buen truco de uno malo es si nos distraen bien para aceptar esa mentira.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Al final, lo que hemos visto era una jaula perfecta de estímulos ya ensayados, para evitar ponerle cara a los verdaderos terrores.
El pobre Phillip no pudo evitar quedarse con lo que no era real, porque lo otro era demasiado doloroso.
Tampoco es que el discapacitado Woolly, siempre atascado en las alcantarillas de su terror infantil, siempre encapuchado, alguna vez le vaya a dejar irse.
El pobre Phillip no pudo evitar quedarse con lo que no era real, porque lo otro era demasiado doloroso.
Tampoco es que el discapacitado Woolly, siempre atascado en las alcantarillas de su terror infantil, siempre encapuchado, alguna vez le vaya a dejar irse.