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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Terror Rebecca es una joven que es perseguida desde niña por Diana, un ser extraño que sólo puede atacar en la oscuridad. El espíritu de Diana está relacionado con la madre de Rebecca. Ahora que se está convirtiendo en adulta, Diana va a por su hermano pequeño, Martin. Adaptación del corto de 2013, "Lights Out ", del mismo David F. Sandberg. (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2016
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso que la oscuridad, como tal, pocas veces ha servido como "villana" en películas de terror.
Casi siempre se reduce a ser complemento del verdadero enemigo, contexto tenebroso para otros, o mero elemento circunstancial del conjunto.
Es algo comprensible y a la vez una lástima, porque no deja espacio a la seductora idea de que la oscuridad puede personificar nuestros mayores miedos tan solo con su presencia, aunque a la vez cualquier luz es capaz de disipar su macabro hechizo, tornando lógico lo irracional.
Pero, en unos instantes de negrura cavernosa e infinita, seguro que si entornamos los ojos lo suficiente nos imaginaremos cualquier miedo alzando su cruda mano hacia nosotros.

'Nunca Apagues la Luz' abraza esa idea, y la explota en forma de una siniestra criatura que aparece y desaparece en cada vaivén del interruptor, creando cierta tensión sobre en qué lugar aparecerá la próxima vez.
Es una idea potente, pero limitada: al segundo susto, ya deja de asustarnos que una mujer esquelética se eche a nosotros de entre las sombras. Sigue manteniendo su inquietud, que duda cabe, pero no hay un solo momento en que el sobresalto aparezca, porque avanzar a cada parpadeo de luz se acaba volviendo muy repetitivo.
Entonces la historia se convierte en un dramilla familiar rutinario, con escenas planas que solo sirven para avanzar la siguiente aparición de Diana, y con una madre, una hija y un hijo bastante perdidos como personajes ("te largaste y me dejaste sola", "mamá no me cuida", etc).

No es hasta su recta final que por fin se decide a afrontar las implicaciones de su planteamiento, y es lo mejor que puede hacer: Diana, la siniestra mujer, es una especie de espectro malvado atado a los errores de esa familia. O dicho de otra manera, se trata de una perversa conciencia susurrando al oído, de la que creemos librarnos al encender la luz, pero que regresa entre tinieblas para dejarnos más solos y desamparados de lo que creemos, como hace la propia oscuridad.
El dramilla facilón pasa a ser una peligrosa prueba, y cada nueva aparición de Diana trae aparejada la pérdida de cordura maternal: una amenaza directa hacia la estabilidad de sus dos hijos. Pero a veces no se quiere, no se puede o no se tiene la valentía de resistir hasta el final de lo que nos aterra, para quitarnos la venda de los ojos y ver por fin la luz.
Probablemente, de entre todo el muestrario de cosas espeluznantes que tiene esta historia, nada me parece más aterrador que una hija preguntando a su madre si está bien, sabiendo de sobra que no es así, mientras esta responde con sonrisa ausente que no tardará en estarlo. Diana permanece detrás de la puerta, agarrando las faldas de una mujer desequilibrada, llamándola a las sombras, y sabemos que ambas mujeres se mienten porque nunca se han sentido cómodas pidiéndose ayuda.

Diana es entonces la personificación bastarda de todo lo que callaron o tuvieron que aguantar, que permanece, como un guardián de la pena, en una casa en penumbra donde sabe que siempre va a ser bien recibida, porque no le falta dolor para alimentarse.
Siendo así, el clímax se revela increíblemente interesante, con madre e hijos que deben convencerse de que su terror es inofensivo incluso apagando las luces, cuando la noche siempre parece más peligrosa, y siempre nuestros demonios internos encuentran la manera de acecharnos entre las sombras, espoleados por nuestra propia imaginación.

No es una historia redonda, pero da la sensación de que no lo necesita.
Su simpleza es su mayor virtud: constatar que los peores miedos no se esfuman a la luz de una lámpara, sino en el convencimiento de que se pueden superar.
Charles
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