Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Charles:
5
Comedia Richard Nixon recibió a Elvis Presley en el Despacho Oval de la Casa Blanca el 21 de diciembre de 1970. ¿El motivo? Al parecer, a Elvis se le metió en la cabeza que quería tener una placa de agente federal para poder luchar contra la drogadicción en su país, y los asesores de Nixon pensaron que no había problema en conceder tal deseo, a cambio de unas fotografías que podrían mejorar la imagen pública del presidente, a quien el Rey del ... [+]
27 de septiembre de 2016
Sé el primero en valorar esta crítica
La Historia conocerá las fotografías, nunca los momentos.
Conocerá los hechos noticiables, nunca las anécdotas a pie de página.
Y creerá que sus personajes siempre fueron como el público les conoció, que nunca cambiaron.

'Elvis & Nixon' es un intento de bajar a esa misma Historia de su pedestal y mirarla con tono cotidiano, sencillo y hasta nostálgico.
El encuentro entre dos personalidades como Richard Nixon y Elvis Presley sucedió, es verdad, y ese es el primer obstáculo que salta ante cualquier incrédulo. Fotografías de la época lo reconocen. Pero, como no fue a nada más que eso, solo fue una pequeña reunión, ha caído en "solo" curiosidad para los interesados.
Aunque las posibilidades son fascinantes: ¿de qué hablaron semejantes personalidades? ¿en qué argumentos se encontraron? ¿dónde no estaban de acuerdo?

Esta historia les pilla lejos de sus momentos de máxima gloria, pero quizás hasta sea mejor así, sin expectativas de ningún tipo. De hecho, un glorioso Michael Shannon susurra "cuándo yo entro en una habitación me ven a mí, pero ese no soy yo", probablemente lo mismo que le pasa al presidente Nixon.
Siendo así, casi parece que ambos estuvieran destinados a encontrarse, lejos de los focos y la fanfarría, para por primera vez tratarse de iguales, de personas de carne y hueso, y hablar sobre los temas importantes más allá de las poses para la galería.
En su círculo de amigos, ellos son venerados dioses bajados a la Tierra, pero en aquel despacho oval de los 70 solo son dos hombres que muchas veces miran todo su legado con una mezcla de hastío y cariño.

Un legado levantado no por ellos, claro, ellos hacían lo que querían durante todo el tiempo que se les permitió, sino por la sociedad de la época: la historia dibuja un microcosmos ameno entre los dos asistentes de gabinete de Nixon y los dos amigos de Elvis, todos ellos revolucionados por una reunión para la posteridad, pero aún así agobiados bajo el peso de su responsabilidad.
Ellos, al contrario que las soñadoras azafatas que se desmayan a los pies de El Rey y los directores responsables del presidente, son parte de la leyenda, sin serlo del todo. Son los secundarios del fondo, los que no salían en la foto, los que se encargaron de que todo esté bien y solo recibieron un "gracias".
Los demás podían irse a casa y contar que habían visto algo increíble, pero ellos volvían, probablemente tarde, a sus casas y decían "sí, fue increíble, otra vez...". Es meritorio tener este fondo tras la reunión, pero confiarlo a un limitadito actor como Alex Pettyfer se carga los kilos de humanidad que necesitaba.

Y es justo el fracaso de esa mini-historia la que expresa a la perfección el simple problema de la cinta: demasiados ojos ensoñadores mirando a los iconos, y pocas ocasiones de mirar a los ojos de dichos iconos.
Quizá Liza Johnson quería que siguieran manteniendo un halo de mitos, sin humanizarles demasiado (porque humanos no parecían). Quizá sus responsables se acobardaron de que los parecidos poco razonables pudieran turbiar las actuaciones, cosa que no tendría sentido viendo el tremendo trabajo de Shannon y Spacey.
Sea como sea, es un mal persistente de la cinta, que la impide volar más alto de lo que debería.

Aunque a cambio de ese peaje tenemos a dos celebridades conociéndose, y hablando. Puede que por primera vez hablando de verdad, sin preocuparse de que sus preguntas y respuestas queden secuestradas en un titular.
¿Y de qué hablan los iconos? De la vida, del país, del pasado, del futuro... de todo un poco y poco de nada.
No había motivo para pensar lo contrario. Pero, qué casualidad, suelen ser esas conversaciones las que más se recuerdan.

Esta vez, ese recuerdo de karate y M&M's es para ellos.
Nada más que una merecida recompensa al dejar que, por un momento, la Historia la escriban otros.
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow