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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Ciencia ficción. Drama. Bélico En Dresde vive Billy Pilgrim (Michael Sacks), un joven tranquilo, sin pasiones ni curiosidad por el mundo que lo rodea, a pesar de que le ha tocado vivir la Segunda Guerra Mundial. Vive tan absorto, tan fuera de la realidad, que ni siquiera se percata del terrible bombardeo de su ciudad... Adaptación de la novela de 1969 de Kurt Vonnegut.
18 de abril de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A nadie que lo haya leído se le escapa que Kurt Vonnegut escribió ‘Matadero Cinco’ como una especie de autoexorcismo, para lidiar con sus experiencias de prisionero en la 2º Guerra Mundial.
Probablemente su única oportunidad de sobrevivir a un horror tan absoluto fue escapar, escapar a la calidez de su infancia o a la esperanza de un futuro pacífico, para evitar caer preso de la desesperación causada por hombres crueles y estoicos, que en algún momento de la Historia justificaron sus acciones a punta de pistola.
Pensando así, el libro es casi un acto de propia misericordia: descansa tranquilo joven Kurt, pues mientras te morías de frío en la vieja Europa también estabas a salvo en tu casa, con la única preocupación de cómo despedir a los invitados a tu aniversario con la mayor brevedad posible.
Todo gracias a los habitantes de Tralfamador, que te enseñaron no a escapar, sino a poner en perspectiva toda tu vida.

‘Matadero Cinco’, en versión cinematográfica, guarda una cualidad que el libro no tiene: yuxtapone de forma violenta, apresurada pero tremendamente humana, diferentes experiencias que vive Billy Pilgrim, buscando ecos que resuenan en unas y otras, muchas veces con décadas de distancia o sentimientos completamente diferentes.
Esto hace de Billy una especie de nulo emocional, tratando de adaptarse a los cambios repentinos que le suceden, pero sin nunca conseguirlo del todo, porque en ninguna de esas líneas temporales se siente realmente cómodo. Quién podría culparle, por otra parte, cuando dudas de si es peor contemplar la muerte despiadada de un buen hombre, o aguantar como tu chismosa mujer lo cuenta como un entretenimiento para amenizar el aperitivo de la tarde.
Los años de distancia, el tiempo lineal, nos vuelven ausentes al dolor, a la desgracia que se quedó atrás, y por lo tanto la odisea de Billy no es sólo la del chico que se da cuenta de lo maravilloso o terrible que le queda por venir, sino la del adulto que debe aceptarlo, y saber que nada dura para siempre, por mucho que le duela o agrade.

La burlona foto de un rendimiento incondicional al enemigo empaña el recuerdo de prepararse ante el flash que retrata un próspero negocio familiar.
El aplauso de los compañeros anónimos apenas ensordece el estruendo solitario de otro aplauso que, entre desconfianza humana, quiso apoyar algo.
Una bailarina de porcelana no es capaz de ablandar el corazón de soldados alemanes, que no entienden su sencilla supervivencia a cascotes y fuego como un milagro.
La tragedia marca el siglo pasado a ojos de Pilgrim, alimentando las ideologías fascistas y autoritarias que canjeaban orgullo nacional por bienestar comunal, engendrando hombres como Paul Lazzaro que se pasarán la vida creyendo que el mundo les debe algo, y asesinando niños hombres con el eco de la venganza en sus labios.
Entiendo por qué Vonnegut buscó el consuelo en los tralfamadorianos. Y también porque Billy, tras encontrarlos, sólo se fija en la posible alegría de los momentos mundanos.

El cambio de tercio se produce en la película de forma asombrosamente suave, a través de una secuencia que nos pinta Dresde como una irreal ciudad de fantasía, atendiendo a su magnífica arquitectura y desvelando la sencilla existencia de sus habitantes.
Es algo tan lleno de maravilla, tan repentino y fuera de lugar, que sólo surge dejarse llevar: te has olvidado que los norteamericanos son apenas prisioneros de guerra glorificados (ellos también) y entonces comprendes perfectamente a qué se refería Billy cuando habla de atesorar todo lo que nos pasa, porque no existimos ni antes ni en el presente, sino en un “para siempre”.
Ya no parece tan malo tener una esposa con la eterna promesa de la dieta, ni tampoco un hijo conflictivo, porque sabes que superarán esas pequeñas preocupaciones de autoestima que les impiden (y a veces nos impiden) ver lo poco importantes que son en el conjunto del todo.
Y ya dejarás de preocuparte por las quejas de tu esposa ante esa película inmoral, porque la actriz está arrebatadoramente hermosa, y te invita a bañarte junto a su atrevida desnudez y una sonrisa encantadora.
(A veces, las mejores cosas de la vida tienen que ver con un deseo imposible, y disfrutarlo aunque nadie vaya a saber que exista)

Por supuesto, ojalá nunca tengamos que sufrir la humillación, o la incomprensión.
Ojalá subir a un dormitorio vacío nunca sea peor que subir las escaleras del refugio a una ciudad bombardeada.
Pero si Vonnegut y Pilgrim aprendieron algo, es lo mismo que muestran aquí: tu vida no se reduce a un momento concreto.
Vivir (o ser consciente de) todos los que lo precedieron a menudo será el antídoto contra las tristezas o los miedos.
Charles
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