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España España · Madrid
Voto de Charles:
5
Aventuras. Acción Bond recibe la misión de desenmascarar a Max Zorin, un misterioso empresario, y aparente espía de la KGB, que amenaza con dominar el mundo por medio de sus revolucionarios microchips. Aliado a poderosas empresas de tecnología punta, su objetivo es destruir la falla de San Andrés, provocando un terremoto de irreversibles consecuencias. (FILMAFFINITY)
15 de junio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llegados a un punto de sus aventuras, nadie podría quejarse de que Roger Moore como James Bond no da lo que promete, sin ningún tipo de disculpa para los reclaman "cine serio".
Seguirle hasta esta entrega es aceptar lo que hace y cómo lo hace, sin llevarse a engaño pensando que se van a ver situaciones realistas del servicio secreto británico, en vez postales descaradas de buena vida y elegancia, aderezadas por las infaltables jovencitas y peligros inesperados.

'Panorama para Matar' sabe esto, y como tal no aspira ni a reinventar ni a impactar: simplemente se divierte mezclando los ingredientes que tan bien ha sabido mezclar durante tanto tiempo.
Un cóctel puede que ya insípido de tanto probarlo, pero que no conviene desdeñar, sobre todo teniendo a un Moore igual de autoconsciente y carismático al frente, tan audaz como siempre pero ya dejando notar las arrugas que le podrían hacer desear una vida tranquila lejos del espionaje. Por un segundo parecería que esta vez sí, esta vez se va a ir con una Moneypenny también con más arrugas, pero tan encantadora como el primer día.
No lo hace, porque si lo hiciera no estaríamos viendo otra de Bond, James Bond, pero queda la curiosa imagen, aunque sea dentro de una misión, de verles compartir una vista de carreras de caballos con ropa de domingo, como un vago eco de una jubilación compartida que jamás les llegará.

No dura mucho esa posibilidad porque enseguida entra en escena Zorin, un millonario excéntrico al que Christopher Walken presta inquietantes rasgos y maníacas ambiciones, secundado por su guardaespaldas Mayday con el poderoso físico de Grace Jones. El antídoto para evitar el aburrimiento quizá esté en estos detalles en forma de sorpresas de reparto: no se puede negar que Zorin y Mayday comparten una cierta química, y parecen dos adversarios letales para Bond, lejos de otros inútiles adinerados que acababan pereciendo por su ego y de otras chicas que solo estaban para hacer desfile por la cama del agente secreto. Un curioso momento, por sorprendente, los aleja de estos estereotipos, sudando en un gimnasio privado, palpándose su evidente atracción mutua y poder de sumisión.
Su amenaza de hecho va más allá de lo puramente físico, porque Zorin no se cansa de pegarle un repaso a Bond en elegancia y clase, rodeándole con sus logros en su imponente villa, mientras que Mayday conserva la distinción de ser la única mujer que no se deja dominar en su cama, todo lo contrario a las muñequitas frágiles que hasta ahora rondaban al agente secreto.

No falta sin embargo una de esas muñequitas, Stacy, encarnada en una Tanya Roberts con ojos de azul profundo con la que el agente secreto no para de flirtear, pero que finalmente en una inimitable muestra de galantería tan solo arropará en su dormitorio mientras él se queda durmiendo en el sillón: ¿podría ser una pequeña, pequeñísima, casi inapreciable muestra de que James Bond ya se siente mayor para algunos trotes? Podría ser, y con eso me quedo.
La misión en sí casi deja de importar entre tanta personalidad (¿cuándo no lo ha hecho?), esta vez con el fondo de una Guerra Fría que parece totalmente fantasiosa y deseable, personificada en viles científicos de monóculo y perversas espías bellas que acechan a Bond con sus malas artes. El abandono de una de esas viudas negras del baño que comparte con James, al son de la nota más trágica de Tchaikovsky, casi parece un guiño paródico que representado seriamente no funcionaría: la prueba más sencilla de que la realidad de este 007 no entiende de tensiones mundiales o espionaje industrial, solo de champán compartido con una rubia mientras el plan de dominación mundial del villano podrá ser detenido mañana.

A la vista de Stacy, de hecho, James Bond exclama que habrá que investigarla más de cerca, mientras su ayudante francés le recuerda que están ahí por trabajo.
El "sir Godfried, las misiones requieren capacidad de sacrificio" dicho sin una mínima muestra de ironía en el rostro de Roger Moore nos demuestra por qué fue tan memorable: tal vez porque era el único que entendía que en tiempos locos nunca está de más una cierta diversión.
A su salud va este trago, sr. Moore.
Charles
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