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España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Drama. Terror Una pareja europea, cuyo hijo desapareció durante el tsunami que asoló parte del sureste asiático en diciembre de 2004, se adentra en la selva tailandesa con la esperanza de encontrarlo con vida. (FILMAFFINITY)
4 de junio de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para la jungla hay razones que el corazón del hombre no entiende.

'Vinyan', más que historia, es experiencia: un viaje a otro corazón de las tinieblas, en este caso el sureste asiático, donde Jeanne y Paul buscan a su hijo desaparecido tras el tsunami que asoló dicha zona.
Es la excusa para mostrarnos la desintegración de una pareja, en esos lugares donde la mano de la civilización todavía no ha tocado, y en como muchas veces la ambición humana y la (auto)mentira no tienen límites.

Jeanne y Paul han sufrido la pérdida de su hijo Josh, pero allá donde él decide aceptar y mirar hacia adelante, ella se resiste a dejar marchar su recuerdo.
Y eso es, un recuerdo, ni siquiera una realidad o una certeza, lo que les lleva a los más recónditos lugares de la jungla indonesia, de manos de contrabandistas de niños. No hay garantía de que haya nada al fin del camino, pero Jeanne, "madre" en el sentido más puro de la palabra, ha tomado su decisión y arrastra a quien tenga que ser con ella.

Fascina el uso del sonido y del paisaje, tranquilo y desasosegante a la vez.
Más allá de la razón y la civilización, la pura locura anida donde la vegetación cubre la tierra, aunque quizás no es tanto locura como otro orden natural de las cosas, uno instintivo y visceral, casi perverso en sus maneras.
Se habla de los Vinyan, espíritus atrapados en lo terrenal, llenos de odio y sin saber salir de su tormento a no ser que sean guiados. ¿Quién se encarga entonces de guiar los que permanecen lejos de guía humano alguno?

'Vinyan' emerge como un poderoso drama en su inicio, una confusión ensoñadora en su mitad y una pesadilla muy real en su final.
Su concepción del terror tiene más que ver con la extraña sensación de algo que no debería estar ahí, y por eso conecta con la parte más dormida de nuestro subconsciente: aquella que cree en espacios todavía sin marcas humanas, donde pueden darse las más extrañas relaciones entre lo animal y lo sobrenatural.

Es ese borde, la frontera entre lo imaginado y lo vivido, el que debemos temer cuando ya no se aplican las leyes de los hombres.
Charles
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