El verso se alza sobre la prosa cotidiana en este documental donde una misteriosa voz emerge de entre la bruma y una tambaleante y solitaria figura se yergue en los arrabales de una mugrienta urbe. Desde ese oscuro recoveco resuena su voz para alumbrar a todos los desposeídos, que como él se pierden sin saber muy bien dónde. Precisamente así comienza, con la niebla y la bruma entre las calles de una ciudad en penumbra, este documental “de investigación” sobre el suicidio de un músico en el escenario en una noche parecida a esa que se nos enseña.

“Por una moneda azul, ¿ no me traes de vuelta todos tus colores a mis sueños?/Plateados barcos mágicos llevan/saltimbanquis, coca, dulce Marijuana…”: Con esta música bailaban en otro apartado lugar del mundo: Sudáfrica, durante el tiempo de la rebelión de los jóvenes del mayo francés. Mientras, allí aún se vivía en el régimen del “apartheid”. Los jóvenes sudafricanos, blancos y negros, se salpicaban el totalitarismo racista al ritmo de esta música y SUGAR MAN era un mito, que abría el país al mundo moderno.

“Me pregunto cuántas veces conociste el sexo/Y me pregunto cuántos amigos tienes que no lo son/Me pregunto/De veras me lo pregunto…”: VE CONTRA LO ESTABLECIDO, ese era su mensaje. Está bien protestar contra la sociedad y la política de un régimen oscurantista e injusto. Eso era lo que quería decir y con ello ayudo en mucho a “liberar a un pueblo oprimido por el miedo”. Las letras (la poesía) de RODRÍGUEZ, SUGAR MAN, fue el himno de la revolución sudafricana, “hizo posible pensar de otro modo”.

Pero, ¿qué había sido del héroe?, ¿cómo había muerto?, ¿por qué se había suicidado en el escenario durante uno de sus conciertos?: “puedes guardarte tus símbolos triunfales/que yo perseguiré mi dicha propia/puedes quedarte con tus relojes y rutina…”:

Emocionante y excepcional.