Sin ser el monólogo más gracioso que he escuchado, ni siquiera del propio Dani Rovira (o quizás el recuerdo me hace pensar con mayor carcajada sus anteriores espectáculos que la que realmente fue), sin duda es un monólogo que merece cada minuto invertido en su visionado. Porque es una historia de superación, SU historia de superación, SU batalla ganada a una enfermedad, que nos comparte de manera abierta, en clave de humor y, además, pidiéndonos que nos amemos y que amemos a nuestro prójimo, y eso, justamente eso, en este preciso momento de la historia (maldito Coronavirus...), es algo que hace mucha falta.

Así que sí, lo recomiendo, lo recomiendo más que cualquiera de sus otros monólogos. No sé si quizás en 2026 me haya olvidado de él (cosa que no he hecho por ejemplo con el tupperware en la playa, algunos me entenderéis), pero es muy válido y muy necesario en un día como hoy.