"Enemy" es un interesante y disfrutable thriller psicológico, dirigido por Dennis Villeneuve. Adam es un amable profesor de historia que vive una existencia sin mayores sobresaltos. Un día se percatará, viendo una película en su casa, que hay un actor idéntico a él. Creyendo que tiene un doble, no descansará hasta encontrarlo y resolver el enigma. De esta intención, envolvente para algunos y destornillante para otros, el film hace alarde todo el tiempo. La frase del prólogo “El caos es un orden por descifrar”, de hecho, es toda una declaración de principios de la cinta y una carta de presentación sobre lo que vendrá. Villenueve se esmera, y vaya que lo logra, en demostrarle desde un principio al espectador que la aparente normalidad de los primeros minutos no es más una ilusión, incluso cuando Adam concurre a la universidad a impartir sus clases de historia, sin siquiera esbozarse la idea de encontrarse con un supuesto doppelgänger, la sensación que el espectador tiene es que se encuentra ante una situación tan surrealista como escalofriante, siempre al límite.

Una de las cuestiones narrativas que fundamentan este juego, evidentemente, es la construcción de los personajes protagónicos, Adam y Anthony, interpretados eficazmente por un sólido Jake Gyllenhaal. Nos presenta inicialmente dos hombres físicamente idénticos pero psicológica y emocionalmente diferentes, sólo que la perspectiva de Villenueve aparenta ser superficial y adherirse a la teoría del doppelgänger, para en realidad sumergirse en un denso universo sobre la identidad y sus conflictos más enrevesados. Es un film que requiere ser visto más de una vez para comprender completamente su trasfondo y su forma de narración. En ese sentido jugará con la atención y paciencia, a partes iguales, del espectador, quien deberá estar abierto a tener su propia interpretación. Lo que sí es un hecho es que cuando el espectador advierte con claridad el juego mental al cual Villenueve le somete, en mi opinión, no podría por lo menos sentir cierta admiración respecto a su forma de presentar el rompecabezas, aunque no faltará aquel que se sienta frustrado e incluso timado. Como sea, una vez que el espectador lograr armar el rompecabezas con cierta lógica, se traducirá en un ejercicio mental que tiene que ver con un análisis puro y sin tapujos de lo que es la compleja mente humana y sus caminos más increíbles y retorcidos.

Este último elemento hará que esté constantemente coqueteando con el terror psicológico que supone la dicotomía narrativa del doppelgänger o el doble maligno y la demarcación propia que la psique pretende establecer en el momento en que Adam da con Anthony. La obsesión que ambos personajes advertirán y desarrollarán conforme descubran su idéntica fisonomía física mas no su carácter e intereses, abrirá el abanico de las posibilidades para uno de los dos cuando decida unilateralmente involucrar a las parejas de ambas en el juego, que terminará irremediablemente en un destino que ninguno de los cuatro en realidad esperaba o imaginaba que sucediese. El director echará mano a todos los recursos narrativos y visuales que le permiten su amplia visión de lo que es retratar la mente humana y su sentido de la experimentación. Cuenta con una edición voluntariamente infernal, en el sentido de que es un verdadero rompecabezas, está llena de encuadres entre reales y oníricos, un diseño artístico que no teme recurrir a las metáforas más crudas y una fotografía, que opta por pasearse en lo fantástico como si nada mientras insiste en colores cafés y grises predominantes, propios de un estado mental depresivo y, quizás, enfermo.

Las actuaciones son inmejorables, Además de Jake Gyllenhaal, que está impecable. Cuenta con un competente reparto secundario, Sarah Gadon como Helen Claire y Mélanie Laurent que encarna a Mary, acompañan a Gyllenhaal en esta excelente y opresora pesadilla que incita a reflexionar sobre la culpa, la redención, las frustraciones, el amor, el sexo y otras pasiones típicas del ser humano en una obra que invita al debate y cuyo plano final dejará con la boca abierta a más de un espectador. Y, por último, la experimentada Isabella Rossellini como la madre. Con la pertinente cuota de densidad emocional, cada uno de sus personajes tienen una importante incidencia no sólo circunstancial sino afectiva en las personalidades de Adam y Anthony, siendo la figura de la araña una perfecta alegoría del fuerte carácter de lo que es la mujer.

En definitiva, un interesante e inquietante viaje a lo más profundo de la psique humana y la búsqueda de la identidad, así como la importancia de la libertad y el totalitarismo que puede hacer que busquemos respuestas que quizás no esperamos ni queramos obtener. Explora la figura del “doppelgänger” con premeditado simbolismo. Es una película que, con todas sus pinceladas sobre personajes, relaciones imposibles y subconscientes en un clima urbano de opresión y colores amortiguados, nos invita a la reflexión sobre nosotros mismos a través del ¿qué pasaría sí…?.