Esta es la tercera entrega del Harry más famoso después de Potter.
El estilo y calidad es relativamente similar a las dos precedentes. Clint sigue estando perfecto en su papel de policía duro, frío e impasible, con una misión principal que se ve intercalada con algunas intervenciones policiales menores. Quizás las pocas diferencias residen en que los malos son aquí un poco más brutos, y que tiene más investigación que acción.
También le ponen en el brete (para él) de tener que lidiar con una compañera inspectora. Aquí se ve un poco el machismo de los años 70, con algún que otro diálogo y situación que hoy en día sería impensable. Curiosamente, vemos una autopsia representada con sombras, que en los tiempos que corren sí que se vería con pelos y señales, como por ejemplo vimos en la saga “Saw”. Esto es un poco llamativo por parte de la sociedad actual, donde tenemos más aprensión a la violencia psicológica que a la explícita.
En cuanto a los diálogos geniales, tiene algo menos que las dos previas.
Entre las perlas que más me han llamado la atención está la siguiente:
“- ¿Qué quieren?
- Un coche.
- ¿Y qué vas a hacer?
- Dárselo.” Y se lo da, pero no literalmente.
También me ha hecho gracia lo de “Ahí va un supositorio de 7 puntas”.
Es tan entretenida como las demás de Harry el sucio, un pequeño clásico en su género. Aún así, no veo a esta ni a “el fuerte” tan emblemáticas como la primera.