Cargada de una gran fuerza visual y dramatismo, "Hijos de los hombres" supone una montaña rusa de emociones de principio a fin.
Hay drama, ciencia ficción, filosofía y una técnica narrativa de sobresaliente. A pesar de su puesta en escena engañosamente simple, yo diría que se puede encumbrar como un clásico de la ciencia ficción, y con más mérito porque no tiene artificio ninguno.
El Londres de 2027 que se nos muestra es pasmosamente realista. No hay coches volando ni nada por el estilo, sino una sociedad decadente donde a los inmigrantes ilegales se les recluye en ghettos y donde una misteriosa pandemia de infertilidad ha causado que no nazcan más hijos en todo el planeta.
Clive Owen borda su papel de antihéroe. Un tipo bastante corriente que se ve envuelto en una situación que le supera, pero tan importante que pondrá en riesgo su vida para llevarla a cabo.
Vemos también buenas interpretaciones en los personajes de Julianne Moore y Michael Caine.
Pero donde realmente brilla esta película es en la realización y dirección. Es muy fácil darse cuenta de la complejidad de los numerosos y largos planos-secuencia que se trabaja el gran Alfonso Cuarón.
La secuencia filmada desde el interior del coche, o la angustiosa y larga escena del final son un dechado de profesionalidad cinéfila. Transmite mucha emoción y proporciona al espectador la sensación de estar al lado de Theo esquivando las balas e intentando salvar la vida.
No todas las películas consiguen transmitir tanto con tan relativamente poco. Pero es que, simplemente, está filmada de un modo impecable y excelente.
Además hay mucha moralina acerca de la sociedad actual.
Una película realmente completa, que roza la obra maestra.