Hay muchas formas de transmitir inquietud o miedo en el espectador.
Están los sustos bruscos con monstruos o asesinos. Pero también se puede conseguir con un adecuado ambiente y argumento, sin ser un terror directo.
En "La profecía" hay muchos momentos que provocan terror, pero que si viéramos esas escenas fuera de contexto no nos dirían nada.
Por ejemplo, ver a un niño con una especie de boina darse la vuelta y mirar a la cámara, no tendría que emocionar. Pero si hemos seguido toda la historia que precede a esa imagen, se nos pondrán los pelos de punta.
David Seltzer escribió una gran novela. La primera en la que se hablaba del Anticristo siguiendo los escritos del Apocalipsis y con interpretaciones de profecías.
Toda la investigación que se lleva a cabo a raíz de las misteriosas muertes que rodean a Damien (que parece que nunca ha roto un plato) es muy interesante y engancha porque queremos saber las respuestas.
Pero si hay algo que destaca en esta película es, sin duda, la música de Jerry Goldsmith, ganador del Oscar.
Basta escuchar esos primeros acordes con esos coros en latín muy propios de una misa negra para que se nos pongan los pelos como escarpias. La verdad es que es una composición muy conseguida, muy imbricada con la temática de la película y que da bastante miedo, aunque sea una pieza cantada.
Los actores están muy bien. Los padres adoptivos muestran muy bien su sufrimiento. Y el niño es inquietante. Directamente no hace mucho, y habla muy poco, pero da bastante miedo.