Kenneth Branagh vuelve a adaptar una de las novelas más famosas de Agatha Christie con Hercules Poirot.
Tiene más o menos las mismas buenas cartas que la del Orient Express. A saber: Un reparto de lujo y una puesta en escena espectacular. Gal Gadot puede que no sea una gran actriz, pero su presencia es imponente. Los demás, hacen muy bien sus papeles de sospechosos en este puzzle.
Sin embargo, la película tiene algunos fallos que seguramente tienen más que ver con la novela original que con el guion. Me refiero, por ejemplo, a la falta de ritmo en su primera mitad y lo largo que se hace todo hasta que llega la muerte del título. Es una presentación de personajes y de las relaciones entre ellos que, en mi opinión, es un poco pesada a pesar del buen hacer de los actores y del diseño de producción.
Para compensarlo un poco, Branagh nos regala un prólogo muy interesante para conocer algo más a Poirot y su contexto.
Por lo demás, cuando de verdad empieza el caso en cuestión, el film coge más fuerza y ha conseguido engancharme y atraparme hasta el final. No sé cómo se disfrutará teniendo frescas las otras versiones o la propia novela. Personalmente no me acordaba de nada y la resolución me ha resultado imprevista y satisfactoria.
La fotografía y paisajes de Egipto están muy bien. Pero, hay que reconocer que cantan mucho a ordenador en varios momentos. Con todo, es un mal menor en una película donde lo que importa es la investigación.
Simplemente, da lo que promete y en conjunto, a pesar de su lento arranque, creo que está al nivel de la anterior. Sin duda Branagh ha sabido darle un nuevo enfoque con algo de frescura a estos clásicos que, como novelas, siguen unos esquemas muy simples y quizás sean un poco anticuados tras haber transcurrido prácticamente un siglo desde que se escribieron.