Todo lo bueno y todo lo malo que podamos decir de este título de Tom Cruise es que se parece demasiado a la serie “Narcos”, compartiendo hechos, época y algunos personajes.
La serie de Pablo Escobar coincide con esta película en cierto estilo de realización y montaje, aparte del hecho de que ambas tratan del famoso cártel de Medellín.
Hasta las apariciones de Ronald Reagan en la televisión son las mismas.
La película es indiscutiblemente buena, como todas las de mafia, y muy bien realizada con un argumento interesante. Narra el típico ascenso glorioso de un traficante, en este caso de un piloto de aviones que llevaba cocaína a los Estados Unidos.
Se me hace bastante raro ver a Cruise haciendo de un personaje de dudosa moral. Vale que, según vemos en el film, Barry Seal no era muy desalmado, pero se estaba forrando a base de vender veneno. Esto no se ve mucho en un actor que casi siempre hace de buenísimo intachable.
La realización y la fotografía son excelentes. Me han gustado especialmente esos planos de aterrizaje filmados desde la cabina del avión. Parece que estemos ahí sentados con Barry.
Pero lo malo es que es más de lo de siempre, y la historia de Barry Seal suena a “deja vu” continuo. Las comparaciones con la serie mencionada son inevitables, y si no fuera así, no deja de ser un refrito de traiciones, lujo, codicia y muerte. Lo habitual y mil veces visto en el género.
Peca de una descarada falta de originalidad en su guion, aunque como también suele pasar, al estar basada en hechos reales supongo que se han acogido a lo que realmente pasó. Y Cruise, aunque no es mal actor, es mucho peor que el que hace de Pablo Escobar en “Narcos”. Curiosamente, aquí Escobar sale de rebote, no vaya a ser que Cruise salga perdiendo en carisma con su personaje.