Una de las mejores series dramáticas de los últimos años.
La historia de un profesor de química enfermo de cáncer y metido a traficante de drogas para sacar adelante a su familia.
Con esta premisa se puede intuir fácilmente por donde van a ir los tiros.
La relación con su familia, los problemas con competidores en el "negocio" y el hecho de que la DEA le pise los talones se van alternando en la trama.
El ritmo de la serie no siempre es el adecuado. Tiene tiempos muertos que nos sirven para conocer mejor a los personajes. Tampoco hay siempre finales de episodios impactantes.
Pero, su gran baza es, sin la más mínima duda, la actuación de sus protagonistas: Bryan Cranston y Aaron Paul (su joven ayudante drogadicto).
No son pocos los momentos tensos que les toca vivir, y cuando es así, sus interpretaciones cuando lloran, sufren y pasan malos ratos son absolutamente desgarradoras. Realmente parece que lo están viviendo de verdad.
Los actores secundarios dan pie a muchas historias simultáneas que normalmente son bastante interesantes.
No me extraña que la serie haya sido bastante premiada, a pesar de ser políticamente incorrecta.
Es una serie excepcional en lo que a interpretación se refiere. Con un guion un tanto atípico y por momentos surrealista, pero que nunca pierde el norte.
Alejada del ritmo frenético o del suspense de otras series, no tiene grandes artificios ni acción. Pero sin duda supera a muchas otras en su calidad general.