Bueno, eso es lo que hay con la traducción de títulos en España. Ajo y agua.
La espabilada Abigail Breslin es una buena chica que vive con una familia no tan buena, y que quiere arreglar las cosas. Esto ya puede sonar un poco al lanzamiento de Jennifer Lawrence (“Winter’s bone”) que ya de por sí no era nada del otro mundo.
Entre los secundarios, tenemos a un drogadicto con greñas, a un James Purefoy sin afeitar y al prolífico Sean Bean, que parece que acepta cualquier cosa que le ofrecen, por lo que se ve.
La película es uno de esos dramas de corte independiente que pone empeño en ser buena, pero que no lo consigue, aunque por muy poco en mi opinión.
La idea de que una simple chica (por no decir niña) se ponga a trabajar para su familia mafiosa podría haber estado muy bien si no la hubieran desarrollado de una forma tan burda. La película está totalmente desequilibrada, ya que tiene algunos momentos interesantes pero están demasiado rodeados por escenas que no sirven para nada más que para aburrir.
Lo poco que tiene de fuerza dramática, de intriga o incluso de tiroteos no compensa el rollo del ajedrez, la poesía, los paseos en bici y en moto y las charlas tediosas. Y no es suficiente lo bien que lo pueda hacer Breslin. Los otros actores también están desaprovechados, por cierto.
Me ha recordado a una película en la que el protagonista era un niño y salía como secundario Samuel L. Jackson. Se llamaba “Fresh” y era parecida a esta, pero con un desarrollo muchísimo más acertado.
Con una mejor dirección y montaje, y un argumento un poquito más trabajado, podría haber estado aceptable. Pero les ha faltado ese poquito.