Crítica escrita tras ver la primera (¿y única?) temporada completa.
Una más que había que ver. No importa lo saturado de series que esté uno, porque cuando los comentarios en internet y en las tertulias de los bares empiezan a propagar de forma viral lo buena que se supone que es una serie como esta, saco tiempo “seriéfilo” (¿existe realmente esa palabra?) de donde no lo tengo, y la veo sí o sí.
El piloto no muestra todas las cartas de la producción, pero solo con ese poético prólogo, el diseño de la cabecera, y la ambientación de Hill House ya promete que esta no va a ser de las que uno abandone tras tres capítulos. Y hay que decir que el ritmo es bastante tranquilo, pero por otro lado tiene tanta intriga y misterio que antes de que termine esta primera entrega ya sé que la voy a ver hasta el final.
Entonces, ¿qué hace especial a esta serie, con tanto éxito y buenas críticas? Porque si esto se hubiera hecho en formato película, probablemente no estaría haciendo tanto ruido.
Uno de los factores puede deberse a que simplemente ofrece misterio y terror en una forma habitual y muy clásica, algo que es difícil sostener en una producción televisiva de varias entregas y de lo que no hay mucho en la oferta actual. Que recuerde, tenemos la española “Hay alguien ahí” y poco más, porque “Channel zero” y “American horror story” van a su aire y se salen bastante de los cánones del género de casas encantadas.
La parte de miedo en sí, es un poco tópica (dibujos infantiles, amigo imaginario, apariciones en los dormitorios), pero da igual. Quizás precisamente por eso funciona tan bien, porque es lo que queremos ver. Algo que se ha notado también en el reciente éxito de “La monja”, que toca fórmulas mil veces vistas pero que nos gustan mucho a los aficionados al género.
Además, no olvidemos que es una adaptación de una vieja novela de terror de Shirley Jackson. No me la he leído, pero por su sinopsis me parece que tiene bastante poco que ver con la serie.
Tenemos además una importante parte dramática familiar, que ocupa casi más tiempo que el terror. Las historias personales de estos hermanos son casi tan interesantes como los misterios de la casa. Nos habla de la relación de los niños con la muerte y el miedo, y de cómo los traumas infantiles se pueden ver reflejado en las miserias de la vida adulta.
La narrativa es muy buena. Hay dos líneas temporales que se complementan, como en “It” y en muchas otras series. Pero lo que en otras parece pensado para simplemente rellenar tiempo, aquí tiene sentido para comprender el comportamiento de los personajes.
Me gusta mucho la estructura narrativa: Saltos temporales, dedicación exclusiva de algunos episodios a un personaje concreto, y luego que te cuenten una misma cosa desde diferentes puntos de vista para que todo encaje. Si eso no fuera lo bastante genial, tenemos un apoteósico sexto episodio centrado en la familia al completo en los dos momentos temporales, filmado de manera absolutamente excelente en plano secuencia. Ni en el cine es fácil encontrar algo así sostenido durante 50 minutos seguidos. ¡Maravilloso!
Es la primera serie que veo (y veo una cantidad ingente de ellas) en la que no me importa la lentitud de ritmo de ciertas partes, algo inevitable en capítulos tan largos y contando una historia que parece simple pero que también tiene su complejidad. Eso dice mucho a su favor.
Estoy seguro de que las críticas que dicen que no son para tanto es porque no la han terminado de ver por completo.
Y el que busque un análisis minucioso y conciso, le recomiendo escuchar el “podcast” de “La órbita de Endor” de 29 de octubre de 2018. Más de 3 horas diseccionando la serie a base de bien.