La última película de su carrera no es desde luego la mejor, aunque tampoco sea un desastre ni mucho menos.
Los actores, entre los que destaca Bruce Dern, no son tan grandes como los que hicieron las películas más míticas de Hitchcock.
Esta trama familiar no es demasiado complicada ni demasiado simple. No me entusiasma mucho el argumento, la verdad. La búsqueda de este posible heredero tiene el interés suficiente para verla entera, pero el problema es que de los grandes directores como este se puede esperar algo mucho mejor.
Hay toques de humor con la medium, más falsa que una moneda de 3 euros, o en la escena del coche, que no creo que venga muy a cuento teniendo en cuenta lo que les está pasando.
Al menos hay dos subtramas en las que esperamos ver qué relación hay entre esta doble pareja de delincuentes. Un poco sí que pica la curiosidad en ese sentido.
Pero para mí está más claro que el agua que es un título menor del mago del suspense, a pesar de ser aceptable.
Ni siquiera el final logra ser lo bastante emocionante o tener esa magia que tenía Alfred en sus mejores trabajos.
La música de John Williams, supongo que en uno de sus primeros trabajos (que no lo he mirado), es curiosa y está alejada del estilo que le caracterizaría en sus años de esplendor.