Hoy ha sido para mí un día increíble: me lo he pasado corrigiendo exámenes de una calidad aborrecible (salvo las lógicas excepciones) y encima, para distraerme, he recuperado esta joya de De la Loma. Película de culto, porque hay que ser creyente en el cine para tragársela, la historia del Vaquilla sirve, además de para ver su careto 18 años antes de su muerte junto con el mítico periodista del momento Xavier Vinader, para señalarnos lo mucho que hemos evolucionado hasta llegar a esta crisis de mierda que nos invade. Sobre todo el público catalán -además de los acentos del personal-, puede reconocer algunos lugares y te quedas pasmado, como decía, con el paso del tiempo y los cambios. Sociológicamente, aunque la acción acontece teóricamente hacia 1972-1973, todo lo que nos muestra la película sin ningún pudor pertenece a la década de los años ochenta (ropas y peinados desde luego), dado que no hay ninguna voluntad por recuperar el look setentero de Barcelona. Las actuaciones son lo suficientemente malas como para no resultar ya ni siquiera molestas: te las tomas como una chirigota, como la forma de hablar impostada del Vaquilla. Y, desde luego, la actriz que hace de mama del Vaquilla es una señora guapísima.