Paycheck adapta un relato de Philip K. Dick, como tantas otras producciones comerciales y lo hace llevando el espíritu de lo absurdo hasta el séptimo cielo. Pero entretiene un rato.

John Woo, cuya aparición más discutible en Hollywood sea probablemente la que hizo en Misión imposible 2, dirige Paycheck. Yo, después de ver la majestuosidad del trabajo de Woo en esa fabulosa adaptación y mejor película que es Acantilado rojo, no puedo ponerme aquí a despotricar contra su persona, pero sí puedo intentar valorar este trabajo de forma independiente y, en ese caso, el director no sale demasiado bien parado. Woo comienza de forma dinámica, prometiendo cine comercial en estado puro y, por desgracia, a medida que avanza la película vamos viendo su promesa cumplida aunque dentro de los adjetivos menos atractivos de las películas destinadas a convertirse en taquillazos. Hay convencionalismos que se aceptan y algunos incluso se disfrutan, pero aquí Woo se mete en una caza al protagonista orquestada por unos villanos abufonados que convierten el desarrollo en un sinfín de picos absurdos en los que la lógica se esconde en una habitación oscura. Del mismo modo, Woo tampoco acierta eligiendo la colocación de las cámaras y, salvo algún travelling interesante, sus movimientos están destinados a algo que solamente él sabe, pues al menos yo soy incapaz de encontrarles significado. El castillo de fuegos artificiales llega al final, cuando lo cutre, lo absurdo y lo patético se unen gracias a unos diálogos que dan vergüenza ajena y desembocan en una escena en la que el villano se enfunda el traje de malo de serie de animación de los 80 (por casposidad), rodeado de rayos y truenos homenajeando a Mr. Bison en Street Fighter, La última batalla.

Ben Affleck hizo muy bien al pasarse a dirigir cine. Es un director cojonudo y un actor de mierda a no ser que se dirija él mismo. Aquí, lo de siempre: mandíbula fuera, media sonrisa, ojos entornados y mirada que se levanta lentamente. Sus tics habituales, vamos... Uma Thurman no es mala actriz, a veces mola, pero aquí nos venden a su personaje en plan bellezón sobrenatural y eso no cuela. Pero aún cuela menos la relación entre los protagonistas: en mi vida he visto pocos personajes con tan poca química y a dos actores tan distanciados uno del otro incluso estando a dos centímetros en la pantalla y a pesar de los rumores sobre su relación. Aaron Eckhart se siente cómodo en papeles de villano y es capaz casi de hacer algo decente con ese aborto de personaje al que maneja. Colm Feore parece tener mucha importancia porque lo vemos todo el rato en pantalla, pero en realidad su personaje es un monigote de relleno y su interpretación no es de las mejores de su carrera. Paul Giamatti, como de costumbre, es el mejor del reparto. Igual de cose un huevo que te fríe un dedal, el muy crack.

Resumiendo, que es gerundio: Paycheck entretiene, pero en líneas generales es un petardo de película bastante grande. Una revisión cutre, edulcorada, ridícula y muy superficial de la obra de Philip K. Dick que podrá entretener al público poco exigente, pero que decepcionará a quienes esperen algo de chicha. Yo los días pares soy de un grupo y, los impares, del otro.