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España España · EL FERROL
Voto de feänor:
3
Drama Verano de 1943. En un lugar de la Francia ocupada, no lejos de la frontera española, vive retirado un viejo y famoso escultor que se siente hastiado de la vida y de la locura de los hombres. Ya nada es capaz de animarle, de servirle de estímulo. Sin embargo, con la llegada de Mercé, una joven española que se ha fugado de un campo de refugiados y que le servirá de musa, renace en él el deseo de volver a trabajar y esculpir su última obra. (FILMAFFINITY) [+]
2 de febrero de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trueba sueña y tiene una "idea". El es el Tarkovsky "español". Ui. Español no. El Tarkovsky que vive en "este pais". Asi mejor. Entonces obtiene una subvención del Ministerio y se decide a rodar una peli "personal". Donde demostrará la anterior aseveración.

Se rodea de una chica mona que no sabe doblarse a si mismo, de un prestigioso actor francés, de una estrella internacional veterana y de una nacional.

Se pone tras la cámara y demuestra que sabe rodar, que sabe fotografiar de maravilla en blanco y negro, que Claudia Cardinale no es ya ni la sombra de si misma. Y nos tiene casi dos horas fotografiando estanques, modelos desnudas nadando, modelo desnuda posando, modelo desnuda caminando...

Poco importa que Cardinale y Lampreave sean elementos decorativos. Poco importa el risible nazi. Poco importa la Guerra Mundial. El protagonista, quizás el alter ego de Trueba, solo le importa una cosa. El mismo. Es un narcisista convencido, que se deja adular por la SS con tal de que le digan lo buen artista que es.

Las Historias paralelas mejor ni mentarlas, metidas con calzador y sin relación alguna con el resto de la Historia.

Todo lo que salga de la burbuja del Trueba/Rochefort sobra. Todo es atrezzo. Solo importa la idea (la escultura/la película).

Lo peor es que eso se explica en los únicos 5 minutos magníficos que tiene la cinta. Cuando el artista le explica a la modelo un dibujo garabateado de Rembrandt. La idea. La única que subyace en todo el repetitivo metraje. Y es francamente bonito como lo cuenta el artista a la modelo.

Hubiera sido un sobresaliente cortometraje de 5-10 minutos. Pero claro, Trueba no podría haberse creido Tarkovsky.
feänor
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