A los franceses, tras el odio primigenio que suscitan con su antipatía innata, sólo puedes admirarles. Primero, por su vanidad, en el sentido de ellos primero, de proteger lo suyo y de tenerse en tal alta consideración, a fin de cuentas, es la única manera para que te tomen en serio. Después, hay que admirarles por su lujuria, su progresismo, su cine y su carácter revolucionario que traspasa cualquier ideología.

"Soñadores" es una película que, más allá de verse, oírse y sentirse, la vives o quisieras haberla vivido, no tanto por la depravación que se respira en esa casa, eso ya dependerá de cada espectador, sino por llegar a París y conocer a gente con la que hablar de cine y de política sin descanso, gente con la que pasar días y días sin hacer demasiado, tal vez leyendo, dormitando, yendo al cine, con suerte follando y sobreviviendo a base de vino y cigarrillos. Gente que acaba siendo familia, parte de ti.

Bernardo Bertolucci habla de sí mismo en una película en la que él es un voyeur y nos convierte a nosotros, por ende, también en eso. Somos testigos de comportamientos absolutamente indecentes, algunos de los cuales todos podemos llegar a cometer, pero sólo en la más íntima privacidad, por lo que verlos en una pantalla supone una mezcla de incomodidad y excitación. En cualquier caso, el director te los vende tan bien, esto es una película bien narrada y bien llevada, que no tienes más remedio que asumir tales comportamientos sin dudar.

Escuchamos a Janis Joplin, Edith Piaf y Jim Morrison, vemos a Greta Garbo y Marlene Dietrich, oímos hablar de Nicholas Ray, Charles Chaplin, Eric Clapton o Mao Tse-Tung. Uno termina borracho de erudición e impregnado del humo de la subversión en esa ciudad dónde sucedía todo, y sigue sucediendo. Los tres actores, Michael Pitt, Louis Garrel y Eva Green, nada tienen que envidiar a los grandes clásicos. Valientes por aceptar según qué escenas y comprometidos al respirar como sus personajes, esos que están en el lado bueno de la historia. Los llegas a ver como una parte de ti mismo, como un todo indivisible hasta que deje de serlo, porque, por suerte, tenemos la cabeza redonda para poder cambiar de opinión, y lo que antes sí, ahora quizás no tanto, y a la inversa. Sea como fuere, ellos, junto a todo lo demás, hacen de "Soñadores" algo más que una película cojonuda.