El hecho de esperar una maravilla puede resultar decepcionante, pero en este caso no ha ocurrido. Sí es verdad que la historia era propicia para construir una película pletórica en epicidad y emociones fuertes, sin embargo Weir minimiza la épica y muestra la dramática odisea de estos hombres como lo que realmente es: una huída a través de un viaje físico, extremo en su dificultad, dejando que los bellos paisajes absorvan a los personajes y los maltraten. Está perfectamente dirigida y no abusa de fanfarrias musicales, los personajes se presentan de inicio y no pretende moralizarnos con demasiada filosofía sobre la condición humana. Es curioso, pero tiene aspectos que me recordaron a La condición humana de Kobayashi, sin pretender compararlas. El reparto está bien y tecnicamente es envidiable, no llega a la excelencia pero sí es muy recomendable pues se trata de una amarga aventura de supervivencia narrada con sinceridad, sin pretender dar gato por liebre al espectador.