Idéntica sensación de vacío tras volver a ver 'Vientos de agua'. Es fácil identificarse con los conflictos de estos personajes. Juan José Campanella diseña un estupendo atlas humano. Aquí hay de todo: infidelidades, amistades eternas, amores atemporales, soledades, miserias... Lo que nos demuestra una cosa: el ser humano no cambia, se transforman las épocas pero nuestros sueños y fracasos siguen siendo los mismos. A fin de cuentas todos perseguimos un idéntico objetivo: la felicidad.

Intérpretes en estado de gracia, desde Eduardo Blanco hasta el (gran) Pablo Rago. Hay complicidad entre los personajes, eso se nota. No falta ni sobra nada en esta serie que mereció mejor suerte.

Cinco años ha pasado desde que la descubrí. Sé un poco más de la vida, me fijo más en los detalles.
Le adivino pequeños errores pero el corazón de esta serie es tan grande que los dejo pasar. Para qué dedicarles tiempo si lo único que quiero es que la vean. Cuando necesiten volver a creer, recurran a Campanella.